06 Dec 2018

Pongamos nuestra confianza en el Señor

Somos personas débiles, sometidas a errores, por eso nuestra confianza siempre tiene que estar en Dios Nuestro Señor

“Si uno escucha estas palabras mías y las pone en práctica, dirán de él: aquí tienen al hombre sabio y prudente, que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y se arrojaron contra aquella casa, pero la casa no se derrumbó, porque tenía los cimientos sobre roca” (Mt 7, 24-25).

¿Dónde esta basado tu vida? ¿Sobre cual base estas poniendo tu existencia? Vivir no es fácil para nadie, pues la existencia humana es condicionada a muchas situaciones problemáticas, emblemáticas, que viene de todos los lados. Sea la lluvia que viene del lado, en todas las proporciones estamos teniendo los enfrentamientos de la vida.

Si edificamos nuestra casa sobre la roca firme, que es Jesús, Él nos mantendrá de pie, Él nos sostendrá. Muchas veces, nos quedamos tristes, y tenemos caída que arrasan toda nuestra vida. Primero, porque ponemos una confianza muy grande en nosotros. Es verdad que tenemos que tener confianza en nosotros, no podemos ser movidos por un sentimiento de pena, pero tomemos cuidado con exceso de confianza en nosotros mismos. Somos personas débiles, estamos sometidos a errores, por eso nuestra confianza siempre tiene que estar en Dios Nuestro Señor.

Después, confiamos en los hombres, confiamos mucho en las personas. No sea aquella persona enferma que desconfía de todo y de todos, porque así, caemos en problemas, y la vida se convierte más problemática. Eso no quiere decir que todos merezcan nuestra desconfianza; la verdad es que ponemos exceso de confianza en las personas, y hay momentos en que ese exceso de confianza se convierte algo tan pesado, que la persona no corresponde a las expectativas, ella falla y nosotros sentimos decepcionados.

Miro para Dios, es en Él que pongo mi confianza y esperanza, y él jamás ha de decepcionarme. Yo ya me decepcione conmigo, ya me decepcione con las personas, ya me iludí, yo he confiado más que debería.

La madurez de la vida y la Palabra de Dios nos dan siempre el norte y la dirección. ¡Es en el Señor que debemos basar nuestra vida y en nuestro corazón!

El Señor nos enseña como debemos relacionarnos con las personas, con aquellos que están a nuestro lado, hasta que punto debemos llegar, pero sin jamás salir de esta dirección: basados en Dios, pues es Él quien nos sostiene y lleva hacia adelante.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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