“Pero si fomentas en su corazón celos amargos y rivalidad, no te jactas, ni procedas en contradicción con la verdad”. (Tg 3,14)

Vea, mis hermanos, que en el mundo en que estamos, necesitamos mucho de la sabiduría que viene del corazón de Dios. No es la sabiduría mundana, humana, ni la sabiduría diabólica del mundo, porque en el mundo, no ha sabiduría terrenal, en que las personas son movidas por la competición, por la rivalidad, en pasar la pierna en otro, por ser hecho mejor que el otro. La sabiduría del mundo hace que las personas a querer  aprovecharse mutuamente. ¡No, esta sabiduría no es del cielo! La sabiduría que viene de Dios es pura, es pacífica, lleva la persona a vivir la verdad sin rivalidad, procura llevar cada uno de nosotros a viviremos la verdad que viene de Dios, porque donde hay envidia, rivalidad, ai estan las desordenes en toda la especie de obras malvadas.

La Sabiduría que viene de Dios lleva la persona a vivir la verdad

Quanto desorden hay dentro de nuestra alma, dentro de nuestro corazón! Quanto desorden, y cuando las cosas están desordenadas dentro de nosotros, también tornamos desordenados con las otras personas, somos agresivos, y muchas veces maldosos con los otros, porque lo que hay dentro de nosotros nos lleva a actuar desta manera con el otro. Por eso, necesitamos colocar orden dentro de nosotros, dentro de nuestra casa, ordenar lo que hay dentro, para que no seamos mundanos en nuestra forma de se relacionar con las personas. 

Purifique nos de la gracia de Dios, mismo en medio a tantas olas paganas que nos rodean en nuestra vida, para que seamos verdaderamente sabios, para que podamos vivir el mansedumbre, la humildad, la pureza y la retidón de corazón, para eliminar de nuestro medio toda rivalidad, toda competición, para vivirmos la sumisión a Jesucristo con docilidad evangélica. 

¡Dios te bendiga!