“Pero no lo recibieron porque se dirigía a Jerusalén. Cuando sus discípulos Santiago y Juan vieron esto, le dijeron: «Señor, ¿quieres que mandemos caer fuego del cielo para consumirlos?». Pero él se dio vuelta y los reprendió. Y se fueron a otro pueblo.” (Lucas 9,53-56).
¡Que Palabra fuerte para hoy, domingo, día del Señor! Palabra que nos habla sobre el corazón de estos discípulos tan amoroso, tan cariñosos, tan llenos de misericordia y compasión, que pediran a Jesús, si fuera necesario, bajar fuego del Cielo para destruir los samaritanos.
Solo para que estes situado, los samaritanos y los ujudios no se daban, por eso que Jesús daba la impresión de que iba para Jerusalén y los samaritanos sabían. Jerusalém era, justamente, en aquel momento, la sed, el lugar del templo, de la espiritualidad judaica. Entonces, existía este conflicto entre judios y samaritanos.
Pero vamos hablar de la libertad. Que palabra difícil: la libertad. Difícil ejercitar la libertad, pero difícil es respetar la libertad de los demás, respetar la capacidad y la posibilidad que el otro tiene de elegir de una forma diferente de la mía.
Ejercitemos nuestra libertad y aprendamos a respetar la libertad de los demás
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Fe es la violencia no combinan, nunca combinaran. Es una cosa incompatible tu quieres ajustar la fe con la violencia, con la opresión. Hasta las experiencias más verdadera de nuestra vida, hasta las experiencias más bellas de tu vida, no pueden ser jamás, impuestas a nadie por más preciosas que sean – “¡Nuestra, es un valor del Evangelio!” Nada de eso, jamás, puede ser impuesta para nadie, son experiencias tuyas, son realidades tuyas y que ellas te hacen mejor, que ellas te hacen una persona mejor, pero tu necesitas ser tolerante con lo que el otro también tiene capacidad de elegir y quiere elegir.
Creer y seguir Jesús es un aprendizaje, porque nosotros aprendemos a respetar la libertad de los demás, nosotros aprendemos los tiempos del otro, cuando que el otro va hacer su experiencia de Dios, su conversión. Aprendemos incluso la indiferencia de los demás.
Miren, ellos trataran Jesús mal y no quisieran recibir Jesús. Jesús no salió gritando, Jesús no salio condenando nadie; Él fue para otro poblado, respeto la decisión de aquellas personas. Entonces, pidamos a Jesús la gracia de aprender, incluso mismo, la indiferencia de las personas, la capacidad que las personas tienen de no acoger la mensaje del Evangelio. Nosotros podemos y debemos solo proponer las personas el anuncio del Evangelio, pero jamás imponer.
Cuidado con el fundamentalismo de pensar que nosotros somos detentores de la verdad y oprimimos las personas con nuestro discursos de odio, discursos de separación. En una realidad donde nosotros vivimos hoy mucha polarización, nosotros cristianos no podemos contemporizar con eso. Vamos aprender de nuestro Maestro y Señor que respeto incluso la indiferencia que Él recibió por parte de los samaritanos.
Que nuestro corazón se prolongue y nosotros ejercitemos nuestra libertad y aprendamos a respetar la libertad de los demás.
Sobre todos vosotros, la bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!
