30 Aug 2021

Acojamos la corrección que Dios hace al nuestro corazón

“Les aseguro que ningún profeta es bien recibido en su tierra” (Lc 4, 24).

Comenzamos a reflexionar, durante la semana, el Evangelio de Lucas, a partir del inicio de tu vida pública. Jesús vuelve, ahora, a Nazareth, a la ciudad donde Él había sido creado. En la sinagoga, Él toma posesión de la palabra que el profeta Isaias había profetizado sobre Él: “El Espíritu del Señor está sobre mí, el Señor me consagró con la unción para llevar la Buena Nueva a los pobres”.

Jesús toma posesión de esta unción, Él ya había tomado en Su bautismo, pero ahora Él toma posesión de la Palabra, porque Su Palabra ungida sana, liberta y restaura.

Sus paisanos de Nazareth ya han visto o escucharon hablar de todo que Jesús realizara donde Él vivía, no está más en Nazaret, Él vive en Cafarnaum, en la región de Galilea. Y es por allá, en Cafarnaum, que el Reino de Dios está ocurriendo, Él está proclamando en la sinagoga, está proclamando para el pueblo de Dios el Reino y las gracias de Él ocurriendo.

Pero estas gracias no están ocurriendo en Nazareth, en Su tierra, donde Él fuera creado, porque ellos están viviendo la falta del acogimiento al profeta de la casa. Jesús mismo da los ejemplos: en el tiempo del profeta Elias, con todo lo que hubo, fue una viuda de Sarepta, en la región de Sidonia, que Elias se dirigió. No fue ninguna viuda de Israel, como también en el tiempo del profeta Eliseu había muchos leprosos en Israel, pero no fue ningún leproso que fue sanado sino Naamã, el Sirio. Los judios, sus paisanos en Nazareth, quedan irritados, furiosos y bravos con las enseñanzas de Jesús, aquella verdad los molesta. Jesús no estaba acusando, Él estaba demostrando: “Ustedes no están acogiendo la Palabra”.

Somos ese pueblo, no nos gusta de ser corregidos y exhortados cuando nos muestran que no estamos en el camino

Tu sabes que así como los Suyos que no acogieron la corrección, nosotros también somos ese pueblo, no nos gusta ser corregidos y exhortados cuando nos muestran que no estamos en el camino. Es el hijo que no acepta la corrección del padre, el marido que no acepta la corrección de la mujer, es la mujer que no acepta la corrección del marido, es un hermano que no acepta la corrección de su hermano, son los fieles que no aceptan la corrección de su padre, es el padre que no acepta ser oído por sus fieles, es el padre que no acepta ser corregido por el obispo. Sin embargo, somos nosotros los que no acogemos el profeta de nuestra casa.

Estamos, muchas veces, siendo como este pueblo de Nazareth, y allí Jesús no puede hacer milagro alguno y, más, de allí fue expulsado, casi tiraron Jesús hacia abajo. Él salió de ellos y fue seguir su camino, seguir su misión.

Muchas veces, perdemos la dirección de Dios porque no dejamos que Él guiarnos. Dios no habla por la boca de los fuera – puede hasta decirnos -, pero Él habla primero con aquellos que están con nosotros, aquellos que conviven con nosotros, y con ellos necesitamos aprender a ser corregidos, con ellos necesitamos aprender a mejorar nuestra propia vida.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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