22 Nov 2018

Acojamos la presencia de Dios en nuestra vida

Acojamos la presencia de Dios en nuestra vida como nunca hemos acogido a nadie en esta Tierra

“Cuando estuvo cerca y vio la ciudad, se puso a llorar por ella” (Lucas 19, 41).

Jesús llora por su ciudad y por su pueblo. Jesús llora por aquella ciudad que David construye como la ciudad del gran Rey. El gran Rey era Él, que no fue acogido, amado y tampoco aceptado por los Suyos.

Después, Jesús llora por todo que ha de suceder en Jerusalén, ciudad que va será sitiada, tomada y destruida, pero sobre todo, la ciudad que no amó y ni acogió el tiempo de la visita de Dios.

Dios nos está visitando, Él está en nuestro medio. El hecho de estar escuchando lo que estamos oyendo o leyendo es para darnos la certeza de que Dios nos esta visitando. Él esta entre nosotros, formándonos en su Palabra, en su amor, pero no dejemos que la agonía de la vida, la ansiedad y las ocupaciones nos llevan a despreciar o ser indiferentes con la gracia.

Cuando alguien nos visita, podemos acoger o no; podemos dar atención de la mejor forma o podemos dar atención y decir: “No veo la hora de esta visita irse”.

La visita de Dios es para ser acogida con todo amor de nuestro corazón, porque Él vino para cuidar de nosotros, para formarnos, educarnos, salvarnos y liberarnos. Él lloró por Jerusalén, así como llora por nuestras casas, por nuestras familias, por nuestros hijos y, muchas veces, por nosotros cuando no damos la atención a Su presencia en nuestro medio.

Acojamos la presencia de Dios en nuestra vida como nunca hemos acogido a nadie en esta Tierra.

Mira la alegría de una madre embarazada, la expectativa que ella tiene con el hijo que nacerá: el abrazo, la acogida, el llanto y la emoción por aquella vida que llega. Es así que tiene que ser el corazón de una madre; es así que tiene que ser el corazón de un discípulo, de un siervo, de un hombre y de la mujer que acogen Dios en su vida.

La presencia de Dios debe entrar, ser acogida en nuestras entrañas, de forma que esta acogida dada a Él, transforme nuestra vida. No seamos a Jerusalén de ayer que no Lo acogió, que despreció y mató el Señor de la vida.

Si Dios llora por nosotros y por nuestras casas, es porque no Lo acogemos y ni lo amamos como necesitábamos.

Que, hoy, Él nos de la gracia de amarlo de todo nuestro corazón.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

Pedido de Oración

Enviar
  • Aplicativo Liturgia Diária

    Com o aplicativo Liturgia Diária – Canção Nova, você confere as leituras bíblicas diárias e uma reflexão do Evangelho em texto e áudio. E mais: você ainda pode agendar um horário para estudar a palavra por meio do aplicativo.