25 Mar 2019

La gracia de Dios nos lleva a hacer el bien

La gracia de Dios en nosotros nos llevar a hacer el bien, a operar el bien

“En el sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María” (Lc 1, 26-27).

Hoy, celebramos la encarnación de Jesús, el nacimiento de una nueva humanidad, Cristo es el nuevo Adan. El Señor se encarna y asume nuestra naturaleza humana en el vientre de María.

Paramos nuestra Cuaresma para volvernos a un acontecimiento esencial en el misterio de la salvación. Dios asume nuestra naturaleza humana para salvarla, rescatarla, para que sea, de hecho, redimida por Dios. Aquello que no fue asumido por Dios, no fue salvo.

Dios asume todo aquello que se perdió, porque nos perdemos con todo aquello que el pecado y el mal provocan en nosotros. Encarnando en el vientre de María, Dios quiere estar presente de forma viva, encarnada y real en el medio de nosotros.

Hoy miramos para la humanidad de Jesús y queremos a Él entregar y consagrar nuestra humanidad.

La presencia de Jesús santificó, consagró y convirtió inmaculado el vientre de María y toda Su vida. Ella, por anticipación de la gracia, fue preservada de mancha del pecado. Por eso, el ángel la saluda: “Ave, oh llena de gracia”, porque toda la gracia de Dios estaba sobre ella. Esta gracia que en Ella habito como el nuevo paraíso, el nuevo lugar de la morada de Dios en el medio de nosotros, se extiende a nosotros.

¿Lo que es la gracia de Dios? Primero, es la acción de Dios para combatir el mal y el pecado. Solo Jesús quita el pecado del mundo, solo Él quita el pecado de nuestra vida. Entonces, la gran gracia que queremos y necesitamos buscar con todo nuestro corazón es la gracia de decir “no” al mal y al pecado. Dejar que Dios en nosotros opere la santidad.

La santidad es recuperar la humanidad, la gracia original y sernos imagen y semejanza de Dios. La gracia de Dios en nosotros, nos lleva a hacer el bien, el operar el bien ; la gracia de Dios nos da la condición de transformamos el odio, el rancor y el resentimiento en amor.

Paramos en muchas situaciones de la vida que, humanamente, no conseguimos lidiar con ellas. ¿Si estamos muy mal con alguien, que vamos hacer? Necesitamos de la gracia de Dios. Si lidiamos con situaciones complicadas de la vida humana, no podemos prescindir la gracia.

Así como la gracia prescinde a la naturaleza humana, esa jamás dejar de contar con la gracia de Dios. La gracia mayor que nosotros celebramos es Dios presente en nuestro medio, siendo uno de nosotros.

Hoy, saludamos la Virgen María como Aquella que trajo el mayor presente, la mayor dadiva para la vida humana. Ella no solo colaboro, corresponde a esta gracia, pero se convirtió grande, la mayor y la más importante discípula del Maestro Jesús.

Celebrando la encarnación de Jesús, suplicamos que Él esté presente en nuestra vida cotidiana, santificándonos y guiándonos a la practica del bien y de la salvación.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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