03 Dec 2018

La fe con confianza y humildad nos acerca al Señor

Todos los pueblos, todas las personas son invitadas para participar de la mesa del Señor, pero es necesario tener fe con confianza, rezar con sinceridad.

“Jesús se quedó admirado al oír esto, y dijo a los que le seguían: «Les aseguro que no he encontrado a nadie en Israel con tanta fe. Yo se lo digo: vendrán muchos del oriente y del occidente para sentarse a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los Cielos” (Mt 8, 10-11).

Jesús esta alabando con mucha admiración la fe de ese oficial romano. Es muy importante prestar atención en este detalle: él no es un judío, no es un hombre que frecuenta la sinagoga, no es un hombre de religiosidad o que hace parte de la religión oficial. Por el contrario, él hace parte del imperio romano, de lo que es el dominio del imperio romano sobre Israel. Pero es un hombre de fe y fue con esta fe que él clamó a Jesús por la sanación de su empleo, por el restablecimiento de su empleado.

La fe de ese hombre tiene mucho a enseñarnos. Primero, es una fe movida por un amor. Él no va allí buscar una cura, un milagro para él mismo, él va buscar para su empleado. Él podría haber recurrido a la medicina, a todo dinero que él tenía, pero recurrió la fe, porque él sabe quien es Jesús, el sabe que Jesús puede sanarlo, sabe que Jesús puede por él. Por eso, deposita toda su fe en Jesús. No deposita en su autoridad de oficial romano, no deposita en el dinero que él tiene y tampoco en el prestigio que él puede tener como oficial.

Es una fe con confianza y humildad; es una fe de súplica; es una fe de quien cree que Jesús puede hacer. Por eso, Jesús exclama: “Yo nunca encontré en Israel alguien de tanta fe”.

A veces en Israel el pueblo escogido no tuvo tanta fe en Jesús, un oficial pagano tuvo. Por eso, Jesús esta afirmando que muchos vendrán del Oriente y del Occidente para sentarse con nuestros padres en la fe, Abraham, Isaac y Jacob.

Abraham, Isaac y Jacob no son padres solo del pueblo de Israel, pero son los patriarcas de toda la fe que esta por todo lado por la faz de la Tierra. Somos la feliz descendencia de Abraham, por eso, todos aquellos que tiene fe única, verdadera, singular y sincera en el Señor, de sentarse a la mesa del Reino de los Cielos.

Todos los pueblos, todas las personas son invitadas para participar de la mesa del Señor, pero es necesario tener fe con confianza, rezar con sinceridad. Fe que hace desprenderse de sí mismo, de su orgullo, de su autosuficiencia, de su soberbia, de confiar en sí mismo para confiar en el Señor y saber que Él todo puede. Que la fe del oficial romano nos enseñe que independientemente de lo que somos y de dónde venimos es en Señor que esta en nuestra confianza.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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