26 Apr 2022

Tu debes nacer del Alto y abandonarse en las manos del Señor

“No te extrañes de que te haya dicho: «Ustedes tienen que renacer de lo alto». El viento sopla donde quiere: tú oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Lo mismo sucede con todo el que ha nacido del Espíritu». «¿Cómo es posible todo esto?», le volvió a preguntar Nicodemo. Jesús le respondió: «¿Tú, que eres maestro en Israel, no sabes estas cosas? Te aseguro que nosotros hablamos de lo que hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto, pero ustedes no aceptan nuestro testimonio” (Jn 3, 7-11).

Nuestro corazón necesita vivir siempre en sintonía con Jesús, para que nosotros constantemente aprendamos las cosas del Cielo. Las cosas de la tierra nosotros ya sabemos muy bien, y la propia naturaleza se encarga de ayudarnos a comprender, poco a poco, sobre las realidades de esta tierra. Por ejemplo, hace dos años, no sabia nada sobre el coronavirus, pero, ya hay mapeamiento de tu alcance, los efectos, pues estas realidades humanas son así. Además, nosotros, somos llamados a sernos especialistas en las cosas del Alto.

Dejémonos tocar por ese misterio; busquemos las cosas del Alto

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Existe, en cada uno de nosotros, lo que nosotros llamamos de sentido de la vida, una capacidad nuestra interior de intuir las cosas, de intuir verdades, que son realidades puestas cerca de nosotros: las leyes de la física; las leyes de este mundo; las leyes de la naturaleza…. Nosotros tenemos esta capacidad de formular conceptos, de encontrar la salida para los problemas, aquella capacidad de la inteligibilidad – la capacidad que todo ser humano tiene de intuir ciertas cosas. Y, a partir de entonces, constituir leyes, conceptos, ideales, teorías.. ¿Y cuando entra Dios? ¿Cuando entra esta experiencia que nos trasciende, que vá más allá de nosotros? Es aquel momento en que nosotros necesitamos aceptar que existe algo mayor que nuestras intuiciones, maior que nuestros conceptos, mayor que las verdades en las cuales creemos.

Quien vive esta experiencia de Dios necesita llegar en un determinado momento y abandonarse en las manos de Dios, delante de algo que supera nuestra propia inteligencia. Por eso, el viento sopla donde quiere, nosotros escuchamos los ruidos, pero no sabemos de donde viene ni para donde vá. Por eso, hay una parte de nosotros que solo Dios puede explicar, hay una parte de nosotros que solo las realidades de Dios pueden rellenar, porque no va ser suficiente nuestras intuiciones, nuestras conclusiones. Pues, en determinado momento de nuestra vida, llega Dios; y Él supera nuestra inteligencia humana. Fue eso que Jesús experimento en el dialogo con Nicodemos, intentando hacer con que aquel corazón pudiese abrir un poco más para las cosas del Alto, donde esta Dios, y también donde nosotros, muchas veces, con nuestras explicaciones humanas no conseguimos comprenderlo.

Abandonemos en las manos del Señor; dejémonos tocar por ese misterio; un misterio que ultrapasa nuestra lógica humana.

Sobre todos vosotros, la bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!

Pai das Misericórdias

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