20 Oct 2021

Vivamos nuestra fe en la expectativa del encuentro con el Señor

“Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre llegará a la hora menos pensada” (Lc 12, 40).

Es necesario alegrarse para esperar el Señor que va llegar, no es en la tristeza, en el descanso, no dejando de lado, pero es con el corazón alegre en la esperanza de que el señor vendrá. Es que para nosotros pensar en el Señor que va llegar es pensar que vamos tener que partir en esta vida, porque el Señor viene a nuestro encuentro o nosotros vamos al encuentro de Él, y no importa en que punto ese encuentro ocurre, pero es el encuentro más esperado del corazón humano. Ese anhelo del encuentro con el Señor no puede salir del centro de nosotros, porque sino vivimos una fe vacilante y frustrante.

Si estamos solo viviendo una fe que nos deja presos y basados a esta vida, no seremos el administrador fiel y prudente en el cual el Evangelio nos exhorta. Viviremos nuestra fe en función del tiempo presente, en función de nuestros intereses de esta vida humana y mundana, pero de ninguna forma puede y debe ser así. Debemos vivir nuestra fe en la expectativa del encuentro con el Señor. Primero, nos encontramos con el Señor a cada día y no podemos pasar ni un día sin encontrarlo. Nos encontramos con el Señor en el hermano, en la Palabra, en la Eucaristia, nosotros nos encontramos con Él en la oración, en la practica del amor fraterno, de la caridad, del cuidado con los más pobres; nos encontramos con el Señor cuando nos reunimos en nombre de Él.

Necesitamos estar preparados, a cada día, para ese encuentro con el Señor, porque él no va avisarnos

Cada encuentro nuestro con el Señor debe encender en nuestro corazón la expectativa de nuestro encuentro definitivo con Él. disculpa, pero nuestra fe esta muy equivocada, estamos, muchas veces, viviendo como si Dios estuviese lejos de nosotros, y estamos ignorando los encuentros ordinarios y extraordinarios que nosotros tenemos con Él en nuestra vida, por eso que el corazón no se enciende, por eso que, muchas veces, la muerte sorprende, decepciona, ilude a muchos, aún hiere a muchos, porque no comprendemos el sentido del encuentro.

Necesitamos estar preparados, a cada día, para ese encuentro con el Señor, porque Él no va avisar: “Mire, voy llegar mañana”. El Señor esta entre nosotros y va llegar de una forma definitiva para que el corazón de aquel que es Su discípulo fiel y prudente, en la alegría, encontre a Él. Nuestro encuentro con el Señor no va ser triste; va ser triste si no encontrarnos con Él, sernos alejados de Él.

A veces, sentimos la tristeza cuando una persona querida nuestra se va, es la tristeza de la separación humana, pero si no tenemos en el fondo del alma un sentimiento de fe, esperanza y alegría – porque el mio que aquí sufría, ahora se alegra en la presencia de Dios -, es porque no vivimos una fe de expectativa, no vivimos una fe que nos remete a las alturas y al encuentro del Señor. Vivimos una fe en función de mi realidad en este mundo, y es por eso que el Señor esta diciendo: “Ustedes también estén preparados”, porque no podemos esperar que va ser en nuestro tiempo.

Dios nos sorprende, y que la sorpresa final de la vida no sea desagradable, porque no estamos siendo fieles ni prudentes, pero seamos, a cada día, administradores fieles y prudentes de la gracia de Dios, encontrándonos con el Señor, porque el encuentro definitivo va ser una bendición y una alegría sin fin.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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