Necesitamos orientar nuestra propia imaginación o nuestra propia sabiduría humana que la vida eterna no es la vida que viene después de la muerte
“Maestro bueno, ¿qué tengo que hacer para conseguir la vida eterna?” (Marcos 10,17).
La pregunta que hicieron para Jesús en este Evangelio, debe ser, también, la pregunta a recorrer nuestra vida, nuestro corazón y nuestra existencia. Es necesario solo entender y orientar nuestra propia imaginación o nuestra propia sabiduría humana que la vida eterna no es la vida que viene después de la muerte. La vida eterna quiere decir la vida plena, es la vida en Dios.
Los hombres están buscando, cada vez más, formulas para intentar crear una vida más duradera y se pudieren van hacer lo posible para que la vida aquí en la Tierra se convierta eterna. Es un engaño y una ilusión, porque la vida eterna ya esta en nuestro medio. ¿Y cómo ganar esta vida? Tal vez por las formulas de salud, de cuidados del cuerpo, y todos estos cuidados son necesarios, pero la vida eterna que Jesús nos trajo es planeado en la presencia de Dios. La vida eterna es, justamente, vivir en la presencia de Dios.
¿Que debemos hacer para vivir en la presencia de Dios? Guardar Sus mandamientos, vivirlos, poner en practica la condición mínima para tener la vida en Dios, amarle sobre todas las cosas, respetar Su nombre, amar nuestro prójimo, amar los a nosotros mismos, llevar una vida según los mandamientos del Señor.
Podemos responder como ese hombre del Evangelio: “Eso lo hago. Yo busco. Yo doy lo mejor de mí”. Que bueno que ya hacemos, pero si no hacemos o si relajamos a los mandamientos del Señor, retomemos y tomamos consciencia de que, sin respetar los mandamientos del Señor, no existe vida para nosotros y ni para el otro. Basta ver que, en el mundo en el cual vivimos, lo que menos se respeta son los mandamientos de Dios.
Los hombres están matando unos a otros, están robando, asesinados, cometiendo crímenes y atrocidades en grado mayor y menor, entonces los mandamientos son la primera necesidad que tenemos para que la vida sea más plena, sana y digna de ser vivida.
Si queremos avanzar en la vivencia de nuestra intimidad con Dios, necesitamos desgarrar, tener un corazón libre y no somos presos a los bienes de ese mundo. La radicalidad de Jesús al decir: “Vaya, vende sus bienes”, es para decir que la vida no consiste en acumular bienes, tesoros, siendo que, todo eso va a pasar y nos sera quitado. Pero si hacemos el bien al pobre, a los necesitados y a los hermanos, ese bien nadie puede quitarnos.
Si preguntarnos para alguien que tiene vida feliz, que tiene vida plena, podemos tener la seguridad de que, lo que hace bien para nuestra vida es hacer el bien para el otro, es cuidar del otro, en eso consiste la vida en Dios.
¡Dios te bendiga!
