“Jesús les dijo también: Yo me voy, y ustedes me buscarán y morirán en su pecado. Adonde yo voy, ustedes no pueden ir” (Jn 8, 21).
Los fariseos religiosos están siempre poniendo obstáculo en el camino de Jesús, están siempre se oponiendo, están siempre queriendo poner Jesús en contradicción. Ese no es el principal problema, es que ellos hacen de la religió argumento para las propias ilusiones de la vida, ellos transforman la religión en instrumento para coaccionar, para aparecer y oponerse a la verdad.
Que religión engañosa ellos viven y, por eso, crecen en la ignorancia. No es la ignorancia de no conocer, es la de no querer conocer; no es la ignorancia de no tener la verdad, es la de no querer abrirse para la verdad. La ignorancia de ellos es de pensar dueños de la verdad, es pensar que ya saben todo y no necesitan aprender. La ignorancia de los fariseos es pensar dueños de Dios y de la religión. La ignorancia de los fariseos es pensar más sabios, más conocedores y más religiosos que los demás. Por eso, la sentencia para ellos en vida es dura. “Vos moriréis en vuestro pecado”.
Pidamos a Dios la gracia de la profunda humildad porque solo por ella nos acercamos de Jesús
No hay cosa peor que morir en el pecado; y Dios no quiere que podamos morir en el pecado. Sepa que el gran pecado no es aquello que queremos en la verdad apuntar para el mundo, el pecado de los demás. El gran pecado es nuestra propia ignorancia sobre la verdad, el gran pecado es no acogernos la verdad como tal. Es de ese pecado que Jesús esta se refiriendo, a ese grupo religioso, que son los fariseos que practican las obras religiosas de una forma primado. Son los primeros ayunaren, a pagaren el diezmo, a ocuparen los lugares en las sinagogas, son los primeros a hacer y pensar que son mejores que todos, pero, desgraciadamente, viven en la ignorancia de la fe, no acogen la verdad de Jesús, transforman la religión en propiedad de ellos.
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¡Que dureza! Jesús dijo: Yo me voy, y ustedes me buscarán y morirán en su pecado”. Primero, pidamos a Dios la gracia de abrir nuestros ojos porque porque pensamos que somos muy sabios y conocedores de la verdad. Pidamos a Dios la gracia de la profunda humildad porque solo por ella nos acercamos de Jesús y la verdad se acerca de nosotros.
Pidamos la gracia de escuchar a Jesús, de sernos guiados por Él y salimos de esta forma de quere guiar e iluminar Jesús y decir lo que Él tiene que decirnos. Es necesario tener la gracia de saber escuchar, pues, quien no sabe escuchar muere en la ignorancia, muere en su propio pecado; y Dios no quiere que lleguemos a morir en ninguno de nuestros pecados.
Que Dios sane nuestra ceguera, nuestro orgullo, nuestra soberbia; y que nos liberte de ilusiones, incluso, religiosa.
¡Dios te bendiga!
