09 Jun 2021

Valoricemos todos los mandamientos de Dios

“Por tanto, el que ignore el último de esos mandamientos y enseñe a los demás a hacer lo mismo, será el más pequeño en el Reino de los Cielos. En cambio el que los cumpla y los enseñe, será grande en el Reino de los Cielos” (Mt 5, 19).

En la cultura del relativismo, las personas relativizan todo, y dicen: “El esencial yo hice”, “El importante yo hice”, y desconsideran cosas que son importantes. En el Reino de los Cielos, no podemos seguir de forma alguna esta tendencia, esta influencia, este mal.

“Yo soy una persona buena y justa”, “Soy una persona honesta”, “Yo no robo”, “Yo no mato”. Disculpe, pero los únicos mandamientos no es matar y robar, porque una persona va decir: “No necesito confesarme, porque yo no robo yo no mato yo no hago nada que estos grandes hacen. No cometo los pecados que los otros cometen”.

No puedo convertir ningún de los mandamientos menores

No paremos en este pensamiento relativista y engañoso que nos quita de la luz de la verdad. Necesitamos hacer eso sin dejar de practicar aquello porque acaba siendo una disculpa para una cosa equivocada que hacemos en la vida, o un comportamiento equivocado que estamos cultivando pero ponemos en cuenta, porque las otras cosas practicamos.

Tenemos que practicar, tenemos que esforzarnos para hacer todo, y no relativizar. No es porque no matamos, no robamos, que tenemos el derecho de hacer eso o aquello. No podemos convertir ninguno de los mandamientos menores; tenemos que, en realidad, esforzarnos, sernos dedicados y trabajar por la santidad, para sernos hombres íntegros.

A veces, relativizamos algunas cosas en la vida. “Yo soy así mismo”. No es porque tu eres una persona que ayuda los demás, que hace el bien, y por causa de eso tu puedes ser grosero y sin educación.

Sigue siendo bueno, justo y honesto, pero trabaje el temperamento. Nada justifica agredir el otro. “Es una debilidad que tengo”. Es verdad, tenemos nuestras debilidades, reconocemos todas ellas, el problema es cuando relativizamos las cosas, el problema es cuando nos ocultamos por tras de ellas y decimos: “Es porque yo soy así mismo. El más importante son las cosas que yo hago”.

Necesitamos seguir haciendo las cosas buenas sin, sin embargo, relativizar aquello que no esta bueno. Porque quien no obedece a uno solo de estos mandamientos, por menor que sea, por menor que considere, por menor que el relativice, no solo necesita esforzar para vivirlo, como no puede caer en la tentación de, además de hacer lo que es equivocado, enseñar equivocado a los demás.

A veces, comienza con cosas pequeñas, vividas en el cotidiano de la vida. La persona descubrió el medio de llevar ventaja en una situación, ganar dinero sin esfuerzo, pero haciendo de una forma deshonesta. “Es pequeño no estoy robando el banco”. No puedo hacer, ni banco ni lo que es del otro, ni de la empresa es decir sea lo que sea, tampoco enseñar los demás a hacer.

Seamos honesto en las pequeñas y en las grandes cosas. Seamos coherentes en las pequeñas y en las grandes cosas. Si tenemos dificultades con eso y con aquello, trabajemos la dificultad, pero nunca debemos enseñar el equivocado como si fuera correcto; y no relativicemos el correcto, transformando como si fuera cosa equivocada. Y así que vivimos el seguimiento de Jesús.

¡Dios te bendiga!

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