27 Jan 2020

Un reino dividido no se mantiene

“¿Cómo puede Satanás echar a Satanás? Si una nación está con luchas internas, esa nación no podrá mantenerse en pie. Y si una familia está con divisiones internas, esa familia no podrá subsistir” (Mc 3,23-25)

Es necesario decir, con toda propriedad, que la división es la acción diabólica en nuestro medio. Es la división que pone las personas unas contra las otras. Mira que: la gran táctica del mal es entre nosotros; es justamente hacer esto: colocarnos unos contra los otros. Porque el maligno es aquel que se dividió, se separo, aquel que se puso contra Dios.

Él no nos quiere ser contra Dios porque es una táctica muy vieja, entonces, es más fácil él colocarnos unos contra los otros. Imagina una casa dividida en que las personas solo pelean, se atacan, quien es que da cuenta de vivir en una casa así? ¡Esa casa viviría un verdadero infierno! Y el infierno es justamente esto, división; él es esta cisión que nos pone unos contra los otros. Una familia dividida no persiste junta.

No, no hay problema ninguno en pensar diferente, en tener varias opiniones; no hay ningún problema en ser diferente del otro. El problema es el contrario, es decir, es no saber elegir la diferencia del otro, no saber compartir lo que el otro piensa diferente. Pero la tentativa de hacer que todos piensen como yo, que sean como yo, que tengan la misma cabeza que tengo no solo empobrece el mundo, como también es una visión egoísta, narcisista, egocéntrica y equivocada.

Trabajemos no por la uniformidad, y sí por la unidad y espíritu de concordia

¡No, no necesitamos tener cabezas iguales! Nosotros no necesitamos tener sentimientos iguales; lo que necesitamos es tener sentimientos de amor que respeta, acoge y sabe convivir.

El fruto más perverso de la división es la intolerancia, eso ocurre cuando no toleramos el diferente, no sabemos amar el otro que incluso pensamos ser equivocado. Pero, si queremos cambiar a alguien, comencemos cambiando a nosotros mismo que nos cerramos, endurecemos, nos convertimos aquellas personas sectarias y solo causamos divisiones, peleas, confusiones. Eso ocurre en la familia, en la Iglesia, en la sociedad.

Hoy, la manipulación terrible de las redes sociales, de los instrumentos que las personas tiene en las manos, que deberían ser usados para sembrar la buena semilla, cuantas veces son usados, incluso en la propia iglesia, para sembrar la discordia, división, separación; para poner unos contra los otros; para llevar un hablar mal del sacerdote, del obispo, del hermano, de la hermana.

Un reino dividido contra sí mismo no se mantiene. Y Reino de Dios no se mantiene en nosotros porque nos dividimos y nos ponemos unos contra los otros.

Trabajemos no por la uniformidad, y si por la unidad, por el espíritu de la concordia y comunión. Vivamos en una misma casa, mismo no teniendo la misma opinión.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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