Que Dios nos de un espíritu cuidadoso para cuidar de la casa del Señor y para que allí sea el lugar de nuestro encuentro con Él

“Y dijo a los vendedores de palomas: Saquen esto de aquí y no hagan de la casa de mi Padre una casa de comercio” (Jn 2, 16).

Los vendedores, los cambistas, los negociantes aprovechan la grandeza de aquel templo, la afluencia de personas para hacer sus negocios, sus comercios.

La casa de Dios no es la casa de desorden, no es casa de comercio y tampoco de negociación. La casa de Dios es la casa de oración, es el lugar del hombre, de la mujer, de todos nosotros encontramos con Dios. Es necesario que el templo, iglesia, sea el lugar del encuentro con Dios.

Hoy, celebramos la dedicación de la Basílica de ‘San Juan de Latrão’, es la catedral del Obispo de Roma, nuestro amado Papa Francisco.

“Catedral”, catedral, quiere decir la Iglesia Madre. Si tenemos en cada una de nuestras diócesis, la iglesia catedral, que es la madre de las otras catedrales, tenemos una iglesia, que es catedral y madre de todas las iglesias: la basílica de ‘San Juan de Latrão’ en Roma.

¿Qué queremos expresar con eso? Primero, la comunión de todas las iglesias con la Iglesia Madre, con la Iglesia cabeza. La comunión de toda la Iglesia con fidelidad a la Santa Madre Iglesia.

Queremos cada vez más ser iglesia, la Iglesia de Cristo. Unidos a Pedro y al Papa Francisco, queremos vivir ese espíritu de comunión, eso necesita ser vivido y celebrado en cada una de nuestras iglesias particulares, de nuestras capillas, oratorios, santuarios, catedrales, basílicas, nuestras iglesias grandes o pequeñas, en cada una de ellas es el lugar de la morada de Dios, en cada una de ellas Él se hace presente.

Que Dios nos de un espíritu cuidadoso para cuidar de la casa del Señor y para que allá sea el lugar de nuestro encuentro con Él.

A veces, vamos en nuestras iglesias y las personas están todo el tiempo sacando fotos, conversando unas con las otras, hacen todo menos una oración verdadera y sincera. Como deseo que cada vez más nuestras iglesias sean silenciosas, que sean realmente el espacio de encontrarnos con Dios en la Liturgia y en todo el tiempo que buscamos la casa del Señor.

Yo te pido que vayas en tu iglesia, pero no sea un promotor de desorden. ¿Necesitas conversar con alguien? Hable fuera de la iglesia. ¿Necesitas solucionar alguna cosa? Solucione del lado de fuera del templo, pero deja el templo ser templo, que sea un lugar donde las personas puedan contemplar y entrar en comunión con Dios.

No seamos obstáculo y tampoco que quitan el cuidado de la casa del Señor.

¡Dios te bendiga!