08 Sep 2018

Tengamos a María como referencia en nuestra vida

No tengamos miedo de amarla, de recibirla en nuestra casa, no tengamos miedo de tenerla como referencia en nuestra vida, de entrega y donación.

“José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo.” (Mateo 1,20)

Hoy celebramos la Natividad de la Virgen, en día en que la Virgen María nació.  Sabemos cuántos nos alegramos con toda vida que nace, la vida de los hijos. Miremos nuestra propia vida, cómo celebramos, cuánto nos gusta recordar el día que vivimos a este mundo, donde tantos se alegran con nuestro nacimiento.

Toda vida es motivo para dar gracias al Señor y, hoy, queremos alabar, agradecer y bendecir el día en que la Virgen María nació en el vientre de su madre Ana. Toda vida refleja la bondad de Dios, en la Virgen María resplandece toda la gracia divina de la renovación de la humanidad. Nació aquella que nos dio al Salvador de la humanidad, nació la que fue enteramente de Dios, nació la que hizo de su vida una oblación y entrega al Señor.

Celebramos el nacimiento de la que hizo de cada uno de sus días una eternidad y un himno de alabanza al Creador. María fue toda de Dios desde el vientre de su madre, por eso nació para ser de Dios y vivió para ser toda de Él. No tengamos miedo de amarla, de recibirla en nuestra casa, no tengamos miedo de tenerla como referencia en nuestra vida, de entrega y donación.

Celebramos el nacimiento de la Virgen María y tengamos en ella una referencia para ser lo que fue: discípula del Maestro Jesús, hija predilectísima del Padre, la mujer del Espíritu.

La vida de María fue marcada por esos tres trazos: primero, fue hija de Dios, honró al Padre en todos sus actos. Segundo, más que Madre de Jesús, fuediscípula de Jesús, la Madre que aprendió con el Hijo, aquella que le enseñó a sus Hijo a caminar, a vivir y a ser hombre. María aprendió de Jesús el sentido de la eternidad y de la vida evangélica. Tercero: María es Madre y Maestra, hija de Dios y discípula de Jesús, porque fue Mujer del Espíritu, vivió una espiritualidad, una entrega a Dios; y el Espíritu se apoderó de ella como única propiedad, de su vientre, de su seno virginal y de toda su vida.

El Espíritu hizo de ella su morada preferida. Él la condujo y la iluminó. Queremos pedir la gracia de la intercesión de la Virgen María; también queremos ser hijos del Padre, discípulos del Maestro Jesús y hombres y mujeres llenos del Espíritu Santo como fue María.

Pai das Misericórdias

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