12 Feb 2022

Ten compasión por las necesidades del prójimo

“En esos días, volvió a reunirse una gran multitud, y como no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: «Me da pena esta multitud, porque hace tres días que están conmigo y no tienen qué comer. Si los mando en ayunas a sus casas, van a desfallecer en el camino, y algunos han venido de lejos” (Mc 8, 1-3).

Jesús tiene una gran sensibilidad por aquellos que se deciden a quedar cerca de Él. Él tiene sensibilidad con mi vida y con tu vida, nosotros que queremos y decidimos ser discípulos de Él, personas que dejaran la propia casa hace tres días para escucharlo, personas que dejaran todo para estar con Jesús.

El cuerpo reclama su parte, todos, sin excepciones, tiene necesidades concretas, tiene realidades muy concretas, y Jesús no se ocupa solo de almas y necesidades espirituales. Jesús se ocupa de personas en todas sus dimensiones, por eso, es muy importante que seamos personas equilibradas, que saben equilibrar la vida espiritual, el tiempo ocio, los amigos, el trabajo, la levedad en algunos momentos. Hay personas que no saben más sonreir, hay personas que tiene mucha rigidez, mucha falta de serenidad y, muchas veces, no consigue estar bien en todo los ambientes. Eso es un peligro, porque esta rigidez puede producir resultados muy desastrosos.

Como es bonito cuando encontramos un cristiano equilibrado, que sabe dar valor a la dimensión espiritual, una persona que reza, una persona de Dios, pero una persona también que es liviano, serena, que sabe jugar, que sabe vivir otras realidades con mucha levedad. Como es bueno encontrar personas así equilibradas, y es importante que esta atención de Jesús a una necesidad física y biológica nos recuerde a eso.

Vamos pensar en una familia cerca de nosotros, para quien nosotros podemos extender nuestras manos y ser también la compasión de Jesús

No somos solo espirituales, primero, porque no somos angeles, somos hombres, mujeres, estamos en este cuerpo, estamos en esta realidad corpórea, terrestre, entonces, necesitamos dosificar muy bien las cosas. Después, me recordaba de esta compasión de Jesús, de este gesto concreto de Jesús por las multitudes que seguían a Él, por ejemplo, de Madre Teresa de Calcuta que, muchas veces, abrazaba y tenía en su regazo sus mendigos, sus habitantes de calle; ella misma tocaba con las propias manos aquellas personas que mucho necesitaban de afecto. Recordaba también del sacerdote Léo, que no se limitaba solo en denunciar, por ejemplo, la prostituición en sus charlas en Canción Nueva, pero el sacerdote Léo que buscaba los hijos y hijas perdidos en las drogas, en la prostituición, en una vida equivocada y daba para estas personas la posibilidad de salir, la posibilidad de recomenzar; salir de aquella vida y, hoy, la Comunidad Bethania sigue la realización de ese lindo trabajo.

Me recordaba de este aspecto de la vida de Jesús, que es muy presente en nuestra Iglesia y que nosotros necesitamos también despertarnos para eso. ¿Qué puedo hacer delante de mis posibilidades? Por supuesto, soy llamado a dar el alimento espiritual para las personas, pero también soy llamado a ayudar las necesidades físicas y materiales de mis hermanos. No vamos pensar en quien esta lejos de nosotros en realidades muy lejanas, pero vamos pensar en una familia cerca de nosotros, de nuestra calle, de nuestro barrio, de nuestra ciudad, para quien nosotros podemos extender nuestras manos y ser también la compasión de Jesús.

Sobre todo vosotros, la bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo. ¡Amén!

Pai das Misericórdias

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