28 Mar 2019

Silenciemos nuestro corazón para escuchar la voz de Dios

¡Busquemos Dios donde Él se encuentre! En el profundo silencio, Él quiere hablar a nuestro corazón, y nosotros necesitamos escuchar Su voz

“Lo que les mandé, más bien, fue esto: ?Escuchen mi voz, y yo seré su Dios y ustedes serán mi pueblo. Caminen por el camino que les indiqué para que siempre les vaya bien.?” (Jer 7, 23).

La gracia que necesitamos buscar, en este tiempo que se llama Cuaresma, es escuchar Dios. No piense que escuchar sea una cosa sencilla – de ninguna forma! – , porque estamos perdiendo, cada vez más, la audición espiritual, es decir, la capacidad de escuchar Dios.

Escuchamos mucho a nosotros mismo, escuchamos mucho a otros, escuchamos los ruidos de donde estamos, incluso porque los ruidos aumentaran. Redes sociales y muchas otras cosas, a veces, son necesarias, pero con mucho ruidos, a punto de no escuchar la voz del Señor nuestro Dios que quiere hablar a nuestro corazón.

Hay mucho ruido dentro de nosotros, estamos muy ansiosos y agitados con las inquietud y preocupaciones de la vida presente. Nuestro corazón y nuestro oído interior se entregan a todas estas agitaciones, y, en el medio de la confusión, escuchamos una voz aquí y allá, y creemos que es la voz de Dios.

La voz del Señor esta en el silencio del alma, en el corazón que se libera de las excitaciones de la vida para ponerse debajo de la mano poderosa del Señor para escucharlo. Si escuchamos Su voz, Él va se nuestro Dios y seremos Su pueblo, y Él ha de guiarnos por el camino de la felicidad.

Estamos luchando y, muchas veces, luchando unos con los demás en nombre de la felicidad. Estamos maltratándonos, atacándonos, estamos cada uno buscando su forma de ser feliz.

No hay camino para la felicidad, que no sea un corazón en silencio, una alma se convierte humilde, que se ponga verdaderamente en la presencia de Dios para escucharlo en verdad.

Hay muchas cosas que, por ahí, esta diciendo que es Dios hablando, y Él es aquel que silencia para hablar al corazón que sepa silenciar para escucharlo.

El Evangelio de hoy nos muestra justamente el mundo que es sanado por Jesús; y cuando el demonio de la mudez sale de ese hombre, expulso por Jesús, él comienza, de hecho, a hablar.

Solo podemos hablar de Dios si tuviéramos la capacidad de escucharlo verdaderamente.

Nuestras iglesias están con mucho ruido, no sabemos ni hacer silencio después de la comunión. Hay ruidos, agitaciones terribles donde estamos. ¡Y en nuestra casa entonces, hay también! Todo el tiempo estamos escuchando a nosotros, al mundo y las vibraciones que están a nuestro alrededor.

Busquemos Dios done Él se encuentra. En el profundo silencio, Él quiere hablar a nuestro corazón, y necesitamos escuchar Su voz. “Pero ellos no me escucharon ni me hicieron caso, sino que siguieron la inclinación de su corazón malvado, me dieron la espalda y me volvieron la cara” (Jer 7, 24).

Queremos caminar en la dirección de Dios, por eso, queremos dejar de escuchar las malas inclinaciones del alma para poder escuchar el Señor nuestro Dios.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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