06 Mar 2020

Sin reconciliación no hay comunión con Dios

“Por eso, si tú estás para presentar tu ofrenda en el altar, y te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí mismo tu ofrenda ante el altar, y vete antes a hacer las paces con tu hermano; después vuelve y presenta tu ofrenda” (Mt, 5,23-24)

Nosotros estamos viviendo este tiempo de la gracia, el tiempo cuaresmal, que nos llama a una profunda y verdadera conversión. Podemos vivir, en la vida, la conversión de una forma superficial, engañosa, pasajera e ilusoria; algunos están creyendo que la esencia de la Cuaresma es la penitencia que practicamos, es la comida que no comemos, es el refrigerante que dejamos de beber, son practicas penitenciales importantes y necesarias, pero si ellas no actúan la profundidad del corazón humano, ellas no pasan de practicas humanas.

¿Cuando el corazón humano es afectado? Cuando él es sanado de sus heridas más profundas. Todos nosotros nos dañamos, los demás nos dañan y nosotros también dañamos los demás durante toda nuestra existencia aquí en la Tierra. Cuando miramos para nuestra alma, somos un pozo de heridas. ¡Cuantos espino esta haciendo herida en nuestra alma por dentro! Y una vez heridos, nosotros también nos herimos unos a los otros.

Cuaresma es tiempo de gracia, pero la gracia sublime de este tiempo se llama reconciliación. Nos reconciliamos con nosotros y tenemos la gracia de reconcilianos con Dios, pero no hay conversión verdadera sin la reconciliación con el hermano, no hay conversión autentica si no nos reconciliamos unos con los otros, por eso no trate reconciliación de una forma superficial, no trate de cualquier forma.

Cuaresma es tiempo de gracia, pero la gracia sublime de este tiempo se llama reconciliación

Nosotros sabemos que tenemos con las cuales necesitamos reconciliarnos y situaciones para ser resueltas. No hagamos de indiferentes ni tengamos aquel corazón duro, orgulloso, aquella mirada arrogante, soberbia, para decir: “Él daño, él me hizo mal, yo vivo mejor sin él”. ¡No! Nosotros no entramos en el Reino de los Cielos, nosotros quedamos parados en la puerta, mientras no pagamos, mientras no nos reconciliarnos con la última persona que nosotros herimos en esta vida.

Desgraciadamente, nosotros tratamos reconciliación de una forma superficial, porque nos gusta reconciliar con quien es favorable a nosotros, con quien va hacernos falta. La casa, de nuestra familia, con los hermanos que no hablan con hermanos, que no se entienden.

Y no necesito negar que, dentro de nuestra Iglesia, nosotros hacemos mucho ruido, promovemos muchas cosas espirituales, pero promovemos muy poco la reconciliación. Son grupos contra grupos, personas que están allá, dentro de la Iglesia, pero no se entienden, no viven la comunión. No es para nadie vivir muy pegado un con el otro, pero sin reconciliación no hay comunión con Dios.

Busquemos, en este tiempo de la gracia, vivir la necesidad del amor reconciliado, busquemos lo que fue roto por el mal, por el pecado, por el orgullo y por la ofensa. Busquemos superar los resentimientos y las tristezas para vivir la Pascua verdadera en nosotros, reconciliados en el amor
de Dios.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

Pedido de Oración

Enviar
  • Aplicativo Liturgia Diária

    Com o aplicativo Liturgia Diária – Canção Nova, você confere as leituras bíblicas diárias e uma reflexão do Evangelho em texto e áudio. E mais: você ainda pode agendar um horário para estudar a palavra por meio do aplicativo.