08 Feb 2019

Sin la caridad no hay salvación

Cuando la caridad no esta viva en nosotros, el espíritu cristiano queda frio

“Manténgase el amor fraterno. No dejen de practicar la hospitalidad, pues saben que algunos dieron alojamiento a ángeles sin saberlo. Acuérdense de los presos como si estuvieran con ellos en la cárcel, y de los que sufren, pues ustedes también tienen cuerpo” (Heb 13, 1-3).

Hoy, nuestra meditación es sobre la Primera Lectura de la Misa, la Carta a los Hebreos. Esta lectura retoma a nuestro corazón los pilares fundamentales de la vivencia de la caridad, porque esta necesita ser viva, ejercida y practicada. La caridad no puede ser solo meditada, admirada, contemplada, ella necesita ser actuante. Cuando la caridad no esta viva en nuestra vida, nuestro espíritu cristiano queda frio.

Estamos contemplando tragedias y más tragedias en este mundo. Tragedias tan recientes en nuestro medio, como la de la ciudad de Brumadinho – MG (Brasil), por cuenta de eso nos unimos en oración. ¡Y que maravilla cuando nos unimos en oración! Pero no basta solo rezar por las situaciones, necesitamos actuar para transformar las situaciones en el mundo.

¡Si sabemos que alguien esta enfermo y rezamos por él, que maravilla! Tenemos que rezar. Además, también, tenemos que cuidar, necesitamos saber lo que humanamente podemos hacer para aliviar el sufrimiento de aquel hermano.

Si la persona esta desamparada, perdida, y pensamos así: “¡Ah, que Dios la ayude!”. ¿Cómo Dios va ayudar, si Él cuenta con nuestras manos? Y, puede ser que Dios no puede contar con las manos de Sus seguidores, de Sus hijos, los cristianos, entonces, son otros que tampoco creen en Dios que muchas veces, ejercen la hospitalidad que en nosotros, cristianos, debería ser tan latente y presente en nuestra vida.

“No vos olvides de los prisioneros”. ¿Cuántos hermanos nuestros están presos? Tal vez, nosotros paremos en el espíritu justiciero del mundo y estamos solo los condenando. Hoy, la visita en los presidios esta relegada a la Pastoral Carcelaria, y ella trabaja; pero cuantos de nosotros podrían hacerse aún más presentes en realidades tan duras.

Son nuestros hermanos que están en las prisiones, en los hospitales. Son hermanos nuestros, del mismo Cuerpo que es Cuerpo de Cristo, que son maltratados, olvidados; son los ancianos, niños, hermanos de calle. No nos olvidemos de la caridad, sin ella no hay salvación. Podemos ser buenos adoradores, rezar mil Ave Marías todos los días, pero sin ejercer la caridad en este mundo, nosotros no lo transformaremos.

Y no es una caridad pasiva, donde decimos: “Voy rezar por ti, puede comenzar por la oración, porque ella es gracia, pero que sea una gracia actuante. Oración revertida de acción concreta, porque necesitamos salir de nosotros mismos para cuidar de las realidades sufridas de este mundo. Esta es la forma de sernos sal, fermento y luz, para los cuales el Maestro Jesús nos envió para ser.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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