29 Apr 2018

Sin la gracia de Dios nada somos

No hagamos nada se no somos inseridos en el Señor

“Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador. El corta todos mis sarmientos que no dan fruto; al que da fruto, lo poda para que dé más todavía” (Jn 15, 1-2).

Meditamos dos cosas maravillosas a partir de lo que Jesús nos esta diciendo hoy: el hecho de Él ser la ramas. Me quedo pensando en el ramo, que es injertado de la vid. Cuando él sale, parece estar muy bueno, es un rama rigoroso, pero, a los pocos, va dañando; después, seca y, por fin, muere.

Nos agarramos cuando estamos en Dios, vemos la gracia de Él actuando en nosotros, pero, después de un tiempo, comenzamos a creer que nosotros realizamos las cosas. Entonces, vamos nos apartando de la vid. Con menos o más tiempo, vamos nos cansando, perdiendo el rigor. Aquella gracia que estaba en nosotros va secando. Podemos parecer humanamente capaces, hablamos bien, pero la gracia y lo sobrenatural no actúan en nosotros.

En Dios, producimos muchos frutos. La eficacia del Reino de Dios y Su gracia suceden si estamos en Él, porque ellas pasan por medio de nosotros, pero sin Él nada podemos hacer.

La mayor tontería es creer que sin Dios podemos hacer muchas cosas, pero, en la eficacia del Reino, nada podemos hacer sin la gracia y el poder de Él. No caigamos en esta terrible trampa de creer que podemos vivir sin Dios. El hombre va teniendo conquistas en el campo científico, tecnológico, en los varios campos de las ciencias, y él llega a un punto inicial. Podemos incluso mejorar de forma relativa a la vida humana, pero no existe vida humana plena si realmente no es en Dios.

Podemos conquistar muchas cosas con nuestros trabajos, con nuestras capacidades intelectuales, pero, al final todo lo que conquistamos y realizamos, cae en el valor y en significado de que ella no fue realizada en Dios. “Yo soy la vid, ustedes los sarmientos El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer” (Jn 15, 5).

No hagamos nada en esta vida si no fuimos injertados en el Señor, porque somos solo un ramo en esta vid verdadera, que es Jesús, nuestro Señor y Salvador.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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