26 Feb 2021

Seamos promotores de la reconciliación entre nosotros

“Por eso, si tú estás para presentar tu ofrenda en el altar, y te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí mismo tu ofrenda ante el altar, y vete antes a hacer las paces con tu hermano; después vuelve y presenta tu ofrenda” (Mt 5, 23-24).

Es necesario enfatizar que, por encima de todo, la oferta que verdaderamente agrada es un corazón reconciliado. No es ni oro ni plata, no son mis buenas intenciones, no son las grandes virtudes que pienso que tengo. La oferta verdadera en el corazón de Dios es un corazón que se reconcilia.

Muchas veces, engañamos a nosotros, engañamos los demás y pensamos que vamos engañar a Dios. Vivimos tristezas, rencores; vivimos conflictos que nos hundimos en ellos. Y, al revés de buscar en Dios la paz, la reconciliación, el perdón y la misericordia, vamos construyendo un cristianismo más marcado por conflictos, guerras, peleas, disputas que el cristianismo que Jesús nos dejó, o de la reconciliación, del amor y del perdón.

Aquí no es la cuestión de hablar bonito, aquí no es cuestión de predicar amor, pero es cuestión de vivir en la vida. La pareja necesita vivir la reconciliación conyugal todos los días; hijos y padres, padres e hijos, hermanos con hermanas, y así por delante. Pero necesitamos promover en la sociedad la verdadera reconciliación.

Si hay una oferta que nos salva y agrada a Dios, esta oferta se llama: reconciliación

Disculpa, pero hay muchos predicando, hablando y gritando el nombre de Jesús, pero promoviendo disputas, guerras, peleas y diseminando discordias. Como es posible sembrar el amor y la misericordia de Dios en nombre de mis filosofías, ideologías, creencias, incluso religiosas, pero, al mismo tiempo, ¿querer promover peleas entre las personas?

Deja de lado tu mejor buena intención, deja de lado tu mejor convicción religiosa, deja de lado los rosarios y eucaristías que tu reza todos los días si posible, pero va primer obedecer al Evangelio, deja de lado tu oferta y va reconciliar con tu hermano.

No se vive en paz en una casa si no hay reconciliación, no se vive un matrimonio verdadero sin reconciliación conyugal, no se vive un cristianismo, una religión verdadera sin reconciliación. Puede ser que otras religiones, que no sea la de Cristo, no hay énfasis en la reconciliación, porque aquel que promueve la reconciliación entre los hombres es el Maestro Jesús.

Por eso, si somos Sus discípulos y seguidores, si queremos poner en practica Su Palabra, no seamos promotores de discordias, divisiones y peleas entre los hombres, pero seamos primero promotores en la propia vida, de reconciliación y entre hermanos no podemos sembrar otra cosa que no sea la reconciliación, el amor y la paz.

Si hay una oferta que nos salva y agrada a Dios, esta oferta se llama: reconciliación. ¡Mucha paz de Dios en tu corazón!

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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