31 May 2019

Seamos presencia de Dios en la vida de los demás

“En aquellos días, María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel” (Lucas 1, 39-40).

¡Que gracia celebramos, hoy, la visitación de Nuestra Señora! Un hombre y una mujer guiados por el Espíritu son llevados al encuentro del otro. El Espíritu no nos guía solo para estar en la presencia de Dios, Él nos lleva a estar en la presencia del Padre como María estaba en la presencia de Él cuando el ángel la visito. Es el propio Dios quien nos guía para ir al encuentro de los demás, de los más necesitados, afligidos y sufridos.

El Espíritu no nos deja postrados, teniendo pena de nosotros, poniéndonos como infeliz. Él nos arranca de todo y cualquier sentimiento despreciativo que queda en nuestra alma para ponernos en la vanguardia del mundo y cuidarnos unos de los otros.

Necesitamos del Espíritu de María, ese espíritu que la levanto, que la hizo caminar por montañas, subiendo una, bajando otra de una forma apresada. La presa en cuidar, en hacerse presente. María no fue hasta la casa de Isabel para ser elogiada ni agraciada, ella fue para hacerse presente.

¡Como necesitamos visitar uno a los otros! Vivimos en una era donde nos cerramos, nos acomodamos en nuestro apartamentos, en nuestras casa y nos cerramos en un mundo virtual donde gastamos un buen tiempo por en cima de los smartphones, de nuestros computadores que incluso nuestras visitas son virtuales, conversamos uno con el otro, pero no hacemos presente físicamente en la vida de él.

Permitamos que el Espíritu nos quita de nuestras casas, de nuestros apartamentos, de nuestros smartphones, computadores para ir al encuentro de las personas. Es triste que, muchas veces, incluso salimos para ver alguien, pero no vamos enteros. El niño va visitar los abuelos, pero tiene que ser con el celular en la mano. Quedamos todo el tiempo presos a esta maquina, a esta situación y no hacemos don y dádiva en la vida del otro.

No es para hacer chismes, no es para hablar de la vida de los otros, pero para acoger y ser presencia de Dios en la vida del otro

No permitamos que las maquinas nos dominen, pero que el Espíritu Santo de Dios domine nuestro corazón, nuestra alma, nuestros sentimientos y afectos, en lugar de salir para llevar Dios, para estar presente en la vida del otro. Salimos para acoger que nos convertimos portadores de gracia divina.

María, que portaba Jesús, fue entera con el don que había en sí para encontrarse con Isabel, su parienta. Necesitamos visitar nuestros parientes, nuestros amigos, los enfermos y personas que no son tan queridas. No es para hacer chismes, no es para hablar de la vida de los demás, pero para acoger la persona del otro y ser presencia de Dios en la vida de él.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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