19 Oct 2020

Retiremos de nuestro corazón toda ganancia y avaricia

“Después les dijo: Cuídense de la abundancia, la vida de un hombre no está asegurada por sus riquezas” (Lc 12, 15)

Cuando Jesús esta nos diciendo: “Cuidado”, es porque realmente necesitamos cuidar porque es una tentación, durante toda nuestra vida, la codicia por los bienes y por el tener. No hay problema en tener, pero hay una gran problema sernos guiados por la sed desenfrenada de los bienes materiales, de las posesión y de las riquezas.

“Porque donde esta tu tesoro, allí está tu corazón” (cf. Lucas 12, 34); El corazón humano esta multilado, desenfrenado, desajustado por una sed apasionada por dinero, posesión, bienes, por el enriquecimiento. Y, muchas veces, ese deseo, esta codicia, esta posesión pasa por encima de la razón y de los afectos del corazón.

La persona se lanza para codiciar lo que ella quiere y, muchas veces, pierde la dirección del sentido de la vida. Nuestra vida no consiste en la abundancia de los bienes materiales, además, nuestra vida no consiste en los bienes que tenemos, porque los bienes pueden convertirse en un gran mal para nuestra vida.

A veces, miramos la vida de las personas, todo lo que ellas hablan y conversan se resume en dinero, se resume en sus valores financieros; y las finanzas se convierten el gran valor de la vida humana, las cosas comienzas a desandar en una casa, en una familia, en nuestro corazón, cuando el valor primero se llama “dinero”.

No hay ningún sentido poner nuestro corazón en la posesión de los bienes materiales

El valor fundamental de nuestra vida se llama “amor”, amor a Dios, amor al prójimo, amor a la familia, pero jamás amor al dinero. Vamos trabajar duro, dar lo mejor de nosotros para ganar el pan de cada día, para tener una vida digna, para tener el alimento para nuestra casa, para crecer… De que vale juntar, tener, mostrar que tenemos eso y aquello y, poco a poco, tenemos que dar cuenta de nuestra vida y no llevar nada, no llevamos ni siquiera un centavo? Y, tal vez, lo que queda sea pagar nuestro velorio, que poco importa se fue grande, pequeño, porque nos presentamos delante de Dios de la forma que venimos.

Venimos des nudos; volveremos desnudos para la tierra y desnudos presentaremos delante de Dios. No hay sentido ninguno poner nuestro corazón en la posesión de los bienes materiales, dejar nuestro corazón ser consumido, tomado por la avaricia y por la ganancia. La ganancia es justamente esto: quiere ganar, ganar, ganar… Y quien gana los bienes materiales, quien gana dinero de forma justa o injusta, honesta o deshonesta, nunca esta satisfecho con lo que tiene. La gana es el deseo de ganar siempre más.

Lleve una vida modestia, honesta, batalle por todo que puedas tener. No desperdicie jamás cualquier cosa en tu vida, pero también no gaste mal, jamás. Mucha gente no tiene y gasta lo que no tiene; y muchas personas tiene y no divide lo que tiene, no comparte lo que tiene, señal de que no tiene solo el dinero, no tiene valor sobrenatural ni valor humano los propios bienes que ella tiene.

Que Dios liberte nuestra alma de toda ganancia, avaricia y codicia.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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