“En verdad les digo: el que es rico entrará muy difícilmente en el Reino de los Cielos” (Mt 19, 23).
Cuando escuchamos esta sentencia de Jesús, parece que hay una condenación de Él para los ricos. ¡No es verdad! Aquí no es una condenación, es una advertencia, así como hay una advertencia para los pecadores, para los hipócritas, como hay una advertencia para todo en la vida. Cuando encontramos una placa de advertencia en el camino de la vida, es para alertarnos que, por este camino, no llegaremos donde es nuestra meta.
Entonces, cuando encontramos una placa de advertencia en el camino del Reino de los Cielos, es porque la Palabra está apuntando, es porque Jesús está nos direccionando que no es por allí que nosotros debemos caminar. Entonces, el rico entrará en el Reino de los Cielos, desde que su mayor riqueza no sean sus bienes materiales , sino el Reino de Dios.
¿Y por qué difícilmente un rico consigue vivir eso? “Porque donde está tu tesoro, allí estará también tu corazón” (Mt 6, 21). Por eso, difícilmente una persona que puso su corazón en los bienes y en las riquezas de este mundo, en el dinero que el mundo ofrece, en los placeres y en las facilidades de este mundo, difícilmente este corazón estará atraído y tomado por el gusto de las cosas del Cielo. No es que Dios está excluyendo, es que cada uno hace elección de la vida.
El rico entrara en el Reino de los Cielos desde que su mayor riqueza sea el Reino de Dios
Para ser rico hay que saber administrar sus riquezas, pero la gran riqueza, la gran sabiduría es saber administrar el propio corazón. Y es donde nosotros, muchas veces, nos perdemos, porque nos eludimos; las riquezas iluden y toman cuenta del corazón, sea la riqueza poseída, sea la riqueza que la persona desea tener. Ella desconcierta, deslumbra y guía el corazón humano.
¡Por eso, para Dios nada es imposible! Lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios. Lo que nosotros necesitamos hacer es permitir que Él guíe nuestro corazón, es dar al Espíritu Santo la llave para que administre nuestra vida, para que no perdamos la visión del sobrenatural en medio a todas las realidades temporales que nosotros administramos en esta vida.
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¡Cuidado, porque las riquezas iluden y los bienes engañan! Tú pones un pequeño bien material en la mano de un niño, ella queda deslumbrada con aquello, ella no consigue más ni concentrarse en otra cosa. Tu pones un smartphone en la mano de un niño por 20 minutos o media hora, el corazón de ella se concentra en lo aquello.
¿Mire, si tu solo cuida de tus cosas temporales, de tu vida en este mundo, como es que vas administrar en tu vida futura? Yo sé que muchas personas piensan que pensar en el futuro es tener un dinero reservado. ¿Pero, dónde vamos, en la otra vida, si no guardamos, si no investimos en la eternidad?
Donde está tu tesoro, allí estará tu corazón. Que el Reino de los Cielos sea el mayor tesoro de tu vida!
¡Dios te bendiga!
