23 May 2018

Necesitamos permanecer en la humildad

Si vivimos intensamente a cada día, movemos por el sentimiento de humildad, la vida no nos sorprenderá

“Pero ustedes no saben lo que será el mañana. ¿Estarán con vida todavía? Pues no son más que humo que se ve por unos instantes y luego se disipa” (Sant 4, 14).

La Palabra de Dios, en el día de hoy, nos presenta sobre la arrogancia humana. Quien está de pie tiene que tomar cuidado para no caer. No dejemonos iludir por la vanidad, por la ganancia de la vida, por el pensamiento de que todo podemos, que todo vamos conseguir, que vamos hacer lo que queremos de la vida. Nadie puede determinar si vamos estar vivos hoy, mañana o después; la unica cosa que podemos responder es por hoy, ahora. Llenémonos de planos y pretensiones humanas; y cuando menos esperamos, nos vamos de esta vida. Si no dejarnos llevar por la vanidad, perderemos nuestra vida.

Si vivimos intensamente a cada día, movidos por el sentimiento de la humildad, la vida no nos sorprenderá de forma negativa. Ella hasta puede sorprendernos, pero con bendiciones y gracias; mismo la muerte llegando de forma repentina, porque ninguno de nosotros estamos preparado para recibir una sorpresa desagradable. Apliquémonos en vivir bien.

Vivir bien la vida tiene un remedio muy importante a ser aplicado: no vivir en la arrogancia y superioridad, sintiéndonos mejores que los demás, sintiendo que somos señores de la vida y hacemos de ella lo que queremos. Nuestra vida esta en las manos de Dios y queremos que Él bendiga a cada día, que sea guiada e iluminada por Él.

A veces, corremos el riesgo de caer en una trampa o ilusión. Muchos piensan: “Yo soy una persona correcta. No hago nada de equivocado, entonces, la vida no me va sorprender. Mira aquel que hace lo que quiere con la vida y nada ocurre con él. ¿Por que va ocurrir conmigo?

Dios no quiere que ocurra el mal con nadie, porque Él es inaccesible al mal, y el mal jamás vendrá de Él. El correcto es hacernos el bien, porque es así que debemos hacer y vivir, cuidando bien de nuestra vida, no permitiendo que la arrogancia guie nuestros pasos, para no ser sorprendidos por las cosas desagradables.

Cuando permanecemos en la humildad, cuando no nos ponemos en actitud superior a nada ni a nadie, podemos tener la seguridad de que, puede venir cualquier cosa, Dios protege e ilumina nuestros pasos. Aquel que sabe hacer el bien, pero no lo hace, peca.

Todos los días de nuestras vida, el bien tiene que estar dentro de nosotros; él necesita estar en nuestras actitudes, porque así viviremos bien nuestra vida, no deseando el mal para nadie ni practicando, pero haciendo el bien en todas nuestras actitudes.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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