“Todavía no habían comprendido que, según la Escritura, él debía resucitar de entre los muertos” (Jn 20, 9).

Es verdad que todos nosotros quedamos eufóricos con una Buena Nueva, con una buena noticia, y la mejor de las noticias que alguien puede recibir es que el Señor esta vivo.

María magdalena, Pedor, Juan y todos aquellos que fueron en la tumba no encontraran el cuerpo del Señor. En un primero momento, la sorpresa, el miedo y el temor tomaran cuenta del corazón de ellos. El problema no era en la tumba estar vació, pero es la cabeza no estar abierta para comprender lo que la Sagrada Escritura ya había anunciado y que, ahora, estaba ocurriendo. La verdad es una sola: Él esta vivo.

Celebrando la Pascua de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, Él viene para abrir nuestra mente, nuestro corazón, para que en nosotros entre la Palabra de Él y hagamos la experiencia con el Resucitado.

Necesitamos proclamar lo que conocemos, necesitamos anunciar lo que experimentamos. Hoy, necesitamos experimentar Jesús vivo y resucitado. Necesitamos dejar en la tumba todo aquello que causa muerte en nosotros, todo aquello que quita nuestra esperanza, entristece nuestra fe y nos deja desanimados, porque el Señor esta vivo, Él esta en nuestro medio.

Necesitamos dejar, en la tumba, todo aquello que quita nuestra esperanza, porque el Señor esta vivo

Queremos adorarlo, queremos amar a Él y servirlo, queremos que la fuerza del Resucitado esté actuando en la vida de cada uno de nosotros. Donde quiera que estés, hoy y por todos los días de tu vida, puedas vencer la muerte con la vida, la desesperanza y el desespero que toma cuenta del corazón de todos con esta seguridad única de que Él esta vivo y quien está con Él va vivir con Él para siempre.

Proclamemos, en alto, donde quiere que estés, la resurrección del Señor: “Él vive, Él es el Señor! ¡Que tengamos una feliz y santa Pascua!

¡Dios te bendiga!