24 Sep 2018

Necesitamos encender la luz de Dios en el corazón del prójim

Necesitamos encender lo que está apagado en el corazón del otro con la luz y con la gracia que viene del corazón de Dios

“No se enciende una lámpara para cubrirla con un recipiente o para ponerla debajo de la cama, sino que se la coloca sobre un candelero, para que los que entren vean la luz” (Lucas 8,16).

Jesús nos está diciendo hoy que todos necesitamos ser luz, pero no podemos ser una luz apagada ni escondida, porque la luz fue hecha para iluminar.

Estamos acostumbrados a la lámpara eléctrica, pero nos olvidamos que los antiguos tenían un candelabro con luz para iluminar la casa o cualquier lugar en el que estuvieran, pera nadie atropellara a nadie, para que las personas pudieran ver al que estaba a su lado o enfrente.

¿Qué sería de nuestra vida sin la luz natural o sin la luz que viene de las estrellas? ¿Qué sería de nosotros sin la luz artificial, que fue creada para ayudarnos, para que podamos incluso en la oscuridad? Si la luz tiene esa importancia para nuestra vivencia y para la estratégica convivencia humana, imagina cuánto necesitamos de la luz, primero, dentro de nuestro corazón, y cuánto necesitamos ser luz en el mundo que camina en la oscuridad.

Una luz apagada en medio de la oscuridad es una tristeza. Qué triste es una luz escondida, apagada, porque nadie logra ver. No podemos ser cristianos “luz apagada”, no podemos ser cristianos sin luz, sin brillo, porque si no tenemos luz o si nuestra luz está ofuscada y escondida no nos vemos. No vemos nuestros defectos, nuestros límites, nuestras cualidades, aquello en lo que crecemos, donde la luz de Dios está entrando en nosotros.

Necesitamos de luz para nosotros, pero también necesitamos de luz para el otro y para el mundo. La luz nos hace proyectar la vida de Dios que está en nosotros y en las relaciones que establecemos en este mundo. Cuando no somos luz, las tinieblas crecen en nuestro corazón, y cuando crecen, la oscuridad se apodera de las relaciones humanas. Qué triste se vuelve nuestra vida y lo que realizamos

Deja que la luz de Dios entre en tu corazón, la luz de Dios que ilumina las cosas más oscuras de nuestra vida. Donde quiera que estés se luz en la vida de tu hermano, se una orientación para la vida del otro, se testimonio del Reino de Dios y de la presencia de Dios en la vida del otro.

Hay muchas personas que son tinieblas, piedras y se vuelven en  algo negativo en la vida del otro. Necesitamos ser gracia, buena nueva, necesitamos ser luz. Precisamos encender lo que está apagado en el corazón del otro con la luz y con la gracia que viene del corazón de Dios

Éste es nuestro desafío: ser cristianos iluminando las tinieblas del mundo que nos rodea. La luz no es nuestra, viene de Dios y con ella podemos iluminar unos a otros.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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