21 Feb 2019

Para todos la respuesta de Cristo es una sola: la resurrección gloriosa

Sigamos a Cristo en Su Pasión, así pondremos seguirlo en Su gloria

“ Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar después de tres días” (Mc 8,31).

En el Evangelio de hoy, vemos la profesión de fe del apóstol Pedro. Es él quien profesa que Jesús es el Mesías: “Tu es el Cristo, el Hijo de Dios vivo”. Cristo es el Mesías, Él es el hijo de Dios vivo. Y, lo que no podemos querer es separarlo de Su Cruz; no podemos separar la vida humana del misterio de la Cruz, presente en la vida de cada uno de nosotros.

Cristo no habla del Mesías glorioso, Él habla del Mesías siervo y sufridor. Aquel que vino asumir nuestra humanidad y llevar todos nuestros sufrimientos con Él y en Él. ¡Jesús dijo que el Hijo del Hombre debía sufrir mucho. Y cuanto sufrimiento hay en la vida humana! Hay personas que sufren demasiadamente. Por eso, Jesús se asocia a aquellos que sufren mucho en su humanidad. Él lleva todo el sufrimiento humano en Él.

Cristo Jesús es rechazado. El rechazo es otra característica de la Cruz, de la existencia humana. Somos rechazados por varias situaciones de la vida, cuando no somos acogidos, amados. ¡Y cuantas personas son rechazadas del convivió social! Sea por prejuicio, discriminación; sea por no ser amados o debido la sociedad ser mismo selectiva. Y nosotros, muchas veces, nos convertirnos personas selectivas incluso en la fe, y acabamos rechazando a otras personas.

Cristo es Aquel que acoge a todos los rechazados, y el rechazo humano plana sobre Él. El rechazo provoca heridas, dolores, es un sufrimiento terrible para el alma humana. El dolor del rechazo es una de los dolores más crueles, solo quien sufre el prejuicio y la discriminación sabe el mucho que duele toda especie de rechazo.

El Hijo del Hombre debe ser muerto. La muerte es una condición inherente a la existencia humana. Todos nosotros queremos, de una forma o de otra, huir de ella, pero Cristo, no. Porque, Él abraza la muerte como aquella que es la puerta para la vida. Él sabe que muchos sufren o mueren de forma indigna, de forma cruel, con falta de humanidad; y muchos mueren porque otros provocan la muerte de ellos.

La muerte de Cristo, también, es provocada; ella es imputada a Él. Muchas personas, también, son imputadas a morir en los hospitales; por falta de cuidados; niños que mueren temprano; y Cristo abraza a todos aquellos que mueren y sufren.

Pero para todos, sean aquellos que sufren mucho, los rechazados; sean para los que mueren en las varias situaciones de la vida, la respuesta de Cristo es una sola: la resurrección gloriosa. Así como Él resucito, Él nos dice que todo lo que sufrimos, pasamos, no es para finalizar en la muerte o en el sufrimiento y, menos aún, en el rechazo. El capitulo final de aquellos que son discípulos de Cristo es la resurrección gloriosa. Entonces, sigamos a Cristo en Su Pasión, para que podamos, también, seguirlo en Su gloria.

¡Dios te bendiga!

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