29 Dec 2020

Miremos para el Señor y contemplemos la Salvación

“Ahora, Señor, puedes dejar que tu servidor muera en paz, como lo has prometido, porque mis ojos han visto la salvación que preparaste delante de todos los pueblos: luz para iluminar a las naciones paganas y gloria de tu pueblo Israel” (Lc 2, 29-32).

En el Templo estamos contemplando la alegría que representa el nacimiento de Jesús. Su Madre lleva a Él para ser presentado porque Él es de Dios, pertenece a Dios y el Espíritu de Dios esta sobre Él. Pero nos llama la atención el justo, el viejo, anciano, el compasivo, hombre de fe Simeón, él representa todos aquellos que no quitan del Señor su confianza, de aquellos que depositan en el Señor toda su esperanza.

En medio a los acontecimientos más duros y drásticos de la vida, Simeón nunca quito los ojos del Señor. Muchas personas ya servirán a Dios, ya participaran de la Iglesia, muchas personas incluso participan de la Iglesia, pero ya quitaran los ojos de Jesús.

Muchas personas dicen: “Yo creo en Dios, pero estoy decepcionado, triste, sin esperanza, sin confianza”. Decepciones, tristezas e insatisfacciones son innúmeras causas, pero tiene una que es fundamental: los ojos no estaban fijos en el Señor.

Mira para el Señor, contemple la salvación porque Él está en nuestro medio

Estamos en el Señor, pero, al mismo tiempo, los ojos están vagando para todos los lados, estamos buscando otras cosas además del Señor y, cuando ocurre, nuestra fe sale de su sentido.

¿Ya has parado para conversas con alguien y aquella persona no consigue estar por entera allí contigo? Tu mira en los ojos de esa persona y los ojos de ella no para en ti, los ojos están vagando para todos los lados. ¡Si los están vagando, imagina la cabeza y el corazón partido, divido, dilacerado, inquieto, preocupado y tenso porque la persona no consigue concentrar en lo que es esencial!

Muchas veces, estamos viviendo una fe así también, estamos en Dios, pero el corazón esta vagando; el corazón, la mente, la mirada están partiendo para todos los lados. Simeón no quito los ojos de Dios, es por eso que sus ojos pudieran contemplar en sus propios brazos la salvación del Señor.

Sé que cada uno de nosotros estamos buscando la salvación, restauración, liberación, luz, iluminación y dirección para nuestra vida, pero, si vivimos inquietos y vagando para todos los lados, vamos perder el sentido esencial. Por eso, hablo a ti: no quites los ojos de Jesús, no pierdas el objetivo del esencial. Mira para el Señor, contemple la salvación, contemple Jesús, porque Él esta en nuestro medio.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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