El apóstol del amor es aquel que tiene disposición para vivir el amor como condición fundamental de su vida
“Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor. como yo cumplí los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor” (Jn 15, 10).
Hoy, celebramos la fiesta del apóstol San Matías, el elegido para sustituir el apóstol Judas. Todos nosotros sabemos del fin trágico que Judas tuvo, pues su tragedia no fue haber traicionado el Señor, porque él podría haber arrepentido, pero sin haber rechazado el amor de Dios en su vida, cuando él mismo quitó su vida.
Es obvio que esto no sucedió en el fin de su vida, porque Judas fue negando el Señor a cada día de su vida, aun estando en la convivencia con Él todos los días. Judas tenía la compañía de Jesús, de los apóstoles y tenía en sus manos el dinero. Él prefirió amar el dinero sobre todas las cosas, por eso se fue ahorcando, perdiendo la fuerza del amor y de la gracia.
Matías fue elegido para sucederle, pues era un hombre lleno del Espíritu Santo, de la gracia y del amor en el corazón. El apóstol de Jesús es, ante todo, el apóstol del amor, es aquel que sabe y tiene disposición de vivir el amor como condición fundamental de su vida.
Nuestro mayor apostolado es el del amor vivido, no es el conocimiento del Evangelio, no es la capacidad que tenemos de amar, de conocer dogmas. El apóstol es el apóstol del Señor, porque es capaz de amar, porque fue transformado por la gracia de Evangelio para vivir y sembrar el amor, para amar a Dios sobre todas las cosas; además, jamás amar el dinero, los bienes de este mundo, jamás amar a sí mismo como cosa fundamental. Amar a Dios sobre todas las cosas y tener la dimensión profunda del amor de Dios unos con los otros.
El amor es difícil, exige sacrificios, renuncias y donación, pero el amor es la mayor de las vivencias evangélicas. Nada es más exigente para un apóstol de Jesús que vivir el amor en todo lo que realiza. El día que no amamos más unos a otros no seremos más apóstoles y seguidores del Resucitado. Cuando amamos más las cosas materiales, lo que tenemos y a nosotros mismos, no podemos ser verdaderos discípulos y apóstoles.
Que San Matías nos enseñe la gracia de ser fieles, de amarnos unos a otros para que el apostolado de Jesús sea vivo y verdadero en nuestro medio.
¡Dios te bendiga!
