25 Jun 2021

El Señor tiene el poder de purificar nuestra vida

“Un leproso se acercó, se arrodilló delante de él y le dijo: “Señor, si tú quieres, puedes limpiarme.” (Mt 8, 2).

Delante de numerosas multitudes que seguían a Jesús, Mateo nos llama la atención para este detalle: un leproso se acerco. La cena parece incluso ofensivo porque hay multitudes, y en el medio de las multitudes cada uno tiene sus problemas, cada uno quiere una cosa, pero un leproso no puede acercarse de las personas.

Un leproso, de acuerdo con las normas sanitarias de aquel tiempo, vivía apartado y marginado, incluso porque se creía (y era así que se prescribían las cosas incluso en la Ley antigua): que alguien que estuviese con su carne estropeada necesitaba mantenerse apartado y solo podía estar junto a los demás cuando su carne fuera purificada.

Imagino que ese hombre ya discriminado, apartado y lejos de los demás vence todas estas barreras, movido por un sentimiento: el sentimiento de la fe y de la confianza, pues él sabe que Jesús es su esperanza y en Él el leproso pone todo aquello que su corazón anhela.

Es momento de purificarnos el corazón de los resentimientos, de las tristezas y rencores

Vida social él no puede tener, la vida de él no camina hacia adelante, pero él encuentra en Jesús el poder purificador de su cuerpo, de su alma y de todo su ser. Él se vuelve para Jesús no con desespero, pero con confianza. Tal vez en el medio de aquella multitudes muchas gente desesperada con esta o aquella situación.

Nosotros nos desesperamos por cualquier cosa, perdemos los estribos con mucha facilidad, no podemos pasar una contrariedad que luego ya nos agitamos. Pero ese hombre no, él no sigue el impulso de las multitudes, porque si el fuera seguir ni allí llegaría, porque sabe que sería reprimido y discriminado.

Él pasa por encima de todo eso, se acerca de Jesús y proclama el señorío y la autoridad de Jesús, proclama que tu vida esta en las manos de Jesús. “Señor, si tu quieres, puedes purificarme”. Y Jesús dijo: “Yo quiero quedar limpio. Yo quiero, quedar sanado. Yo quiero que su vida sea ahora renovada”.

Mis hermanos existe una multitudes de cosas delante de nosotros, una multitudes de problemas tal vez una multitud de pecados, existe una multitud de muchas situaciones que están delante de nosotros paralizan, nos mantiene en la retaguardia, nos mantiene rehenes de nosotros mismo porque somo rehenes de nuestras emociones y de nuestros sentimientos.

Es necesario dejar eso de lado, postrarse delante de Jesús y pedir: “Señor, tu tienes el poder de purificarme”. Es el momento de sernos purificados, de purificar nuestra mente de muchos pensamientos y tormentos. Es el momento de purificar el corazón de los resentimientos, de las tristezas y de los rencores. Es el momentos de purificar de todo el miedo y pavor que nos aterroriza y hace temblar.

Es necesario acercarse de Jesús y con la fe de leproso proclamar: “Señor, si quieres, tienes el poder de purificarme”.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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