Nuestro descanso es el corazón de Jesús porque Su juicio es suave y Su carga leve
“Vengan a mí los que van cansados, llevando pesadas cargas, y yo los aliviaré” (Mt 11, 28).
Dios quiere asumir nuestros cansancio, Él quiere tomar sobre Si lo que nos causa fatiga, roba nuestras energías y, muchas veces, quita nuestra alegría de vivir. Lo que esta pesando sobre nosotros, entregamos en las manos del Señor, ponemos bajo los cuidados del Señor. Necesitamos ir porque Dios esta nos llamando: “Ven a mí todos que están cansados y fatigado”.
Es necesario ir al encuentro de Jesús. Reserva un tiempo en tu casa, en la iglesia más cerca de ti, un tiempo para reposar tu corazón. Tenemos una vida muy agitada, todos nosotros tenemos compromisos, vida corrida y, muchas veces, cuando “hay un tiempo”, llenamos ese tiempo con cosas que no descansan la alma. Es necesario, muchas veces, buscar “distracción”, sin embargo, lo que nuestra alma más necesita es de descanso, de cuidado, de cariño; necesita de cura; liberación; y de restauración. ¡El lugar de nuestro descanso es en el corazón de Jesús!
Este es el corazón de cada uno de nosotros: lleva en si muchas heridas; muchos desentendimiento; situaciones que te deja fatigado, y él necesita encontrar el descanso. Nuestro corazón necesita encontrar la mansedumbre y en la humildad de Jesús el remedio que va curar los dolores de nuestra alma; las aflicciones de nuestro espíritu. Por eso, te digo:
-No tenga miedo, descansa en el corazón de Jesús. La oración silenciosa, la meditación, la contemplación, el “silenciar” lo que muchas veces esta dentro de nosotros, nos atormentando. Busquemos no pensar en nada, no nos preocupamos, simplemente nos entregarnos en los brazos de Dios. Reposamos en el corazón de Jesús y dejemos que Él venga acalmar y tomar cuenta de todo nuestro ser. ¡Haga eso! Es el mejor regalo que tu puedes dar a tu alma y a tu corazón.
Nuestro corazón necesita de descanso, y nuestro descanso es el corazón de Jesús, porque, Su juicio es suave y Su fardo leve. Cuando nos encontramos en Él nuestro juicio se convierte suave y nuestro carga leve.
¡Dio te bendiga!
