04 May 2019

El miedo nos quita de la presencia del Señor

“Cuando habían remado unos cinco kilómetros, vieron a Jesús acercarse a la barca caminando sobre el agua, y tuvieron miedo. El les dijo: «Soy yo, no teman” (Jn 6, 19-20)

Mira que los discípulos estaban en aquella barca que caminaba en dirección a Cafarnaum, pero, en medio del mar ya oscuro y Jesús no había ido al encuentro de ellos, un evento fuerte soplaba y agitaba el mar.

El viento fuerte que sopla y agita el mar es también el viento que sopla sobre nuestra vida. ¡Cuantos vientos fuertes nos traen preocupaciones, problemas, dificultades que nos agitan por dentro y por fuera!

Una persona agitada se convierte necio, y el camino de ella, muchas veces, es perder la sobriedad de la existencia en aquellas circunstancia de la vida, porque cuando nos agitamos mucho, perdemos la conciencia del correcto, porque estamos centros en aquello que nos esta preocupando, lo que esta causando miedo y pavor dentro de nosotros.

Si el alcohol, si las bebidas alcohólicas y las drogas quitan la serenidad de nuestra vida, abstraen nuestra propria personalidad, no piense que los problemas son diferentes; especialmente, si nos entregamos a ellos, si permitimos que ellos nos agiten y desde ahí viene nuestro miedo, perdemos, de hecho, la serenidad.

Cuando estamos con miedo, cuando estamos sumergidos en las dificultades de la vida, salimos de la presencia de Dios

El miedo es un fantasma, es pavoroso y nos guía para las inseguridades y para la penumbra del alma y del corazón donde vamos penetrando en la oscuridad sin saber para donde vamos ni vemos quien esta delante, cuando, en realidad, quien esta delante es Dios, es Jesús, quien camina con nosotros.

Como los discípulos estaban agitados por el miedo, ellos no han visto que era Jesús acercándose, que era Jesús viniendo en nuestra ayuda, viniendo al encuentro de ellos. Ellos quedaron agitados pero esta es la respuesta de Jesús para nosotros: Soy yo. No tengas miedo”.

No entregues tu corazón al miedo, no entregues tu alma para los pavores y temores que llaman a la puerta, que quieren dejarnos afligidos, con miedo, quieren convertir nuestra vida deprimida y depresiva, quieren quitarnos de los brazos y de la confianza que necesitamos tener en Dios.

No permitamos que los soplos fuertes de los vientos de la vida, que abalan nuestra existencia y agitan nuestro mar interior, nos quiten de la presencia del Señor, porque tampoco conseguimos reconocer donde esta Dios.

Dios esta en nuestro medio. Por mayor que sean las aflicciones que pasas en tu vida, no tenga miedo, pero sin la seguridad de que Jesús esta en nuestro medio, Él esta entre nosotros. Es verdad que el miedo no quita Él de nuestra vida, pero quita nuestra vida de la presencia de Él.

Cuando estamos con miedo, cuando estamos atribulados, sumergidos en medio a las dificultades de la vida, nos aflige y salimos de Su presencia, pero Él continua de brazos abiertos para decir: “No tengas miedo”. Confiemos, Él cuida de nosotros.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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