28 Feb 2020

El ayuno que agrada a Dios es aquel que fortalece el alma

“Jesús les contestó: «¿Quieren ustedes que los compañeros del novio estén de duelo mientras el novio está con ellos? Llegará el tiempo en que el novio les será quitado; entonces ayunarán” (Mt 9,15)

Primero viernes de la Cuaresma y el ayuno es el tema central de nuestra reflexión y de la Liturgia que nos acompaña en el día de hoy. El ayuno es una actividad, y más que eso, él es un elemento esencial de nuestra espiritualidad; así como la caridad y oración hacen parte de ella, el ayuno también hace. Y no es simplemente el ayuno de no comer, es también, por encima de todo, la capacidad de vencer a si mismo, de no ser esclavo de nuestra necesidades, sean ellas de las vanidades, de la alimentación… El ayuno es la capacidad de no poner las necesidades por encima de la voluntad de superación. El ayuno fortalece, el espíritu y la voluntad.

Existen aquellos que ayunan por otros motivos, porque tenemos el ayuno intermitente, el de tres días, pero estos no son es caso, porque hablamos aquí del ayuno mientras elemento de espiritualidad. Por ese motivo, él nunca puede estar ajeno de la conversación interior, es decir, no es simplemente dejar de comer, es vencer el ego, el orgullo; es vencer la soberbia.

Cuando hacemos ayuno existen dos cosas que no pueden faltar: la primera es la oración, eso significa que, vamos dejar de comer eso /o aquello, vamos “dejar” de comer para ponernos en la presencia del Novio, de Jesús para rezar, adorar; para decir que no solo de pan nuestra naturaleza vive, pero de toda Palabra que viene de la boca de Dios”, entonces, ayunamos para alimentarnos del Señor.

Después, el ayuno es para ensanchar el corazón; es para abrir las compuertas de él, porque nosotros estamos controvertido egoístas, individualistas, pensamos solo en nosotros, incluso en el momento de comer, porque cada uno piensa en el plato, en su hambre, en su codicia; cada uno cuida de sí y, así, estamos convirtiendo cada vez más egoístas.

El ayuno tiene que engendrar caridad, el ayuno tiene que romper el juzgo que hay dentro de nosotros

Entonces, el ayuno tiene que romper nuestro egoísmo para volver para los demás. Es, por eso, que el profeta pregunta: “¿Cuál es el ayuno que agrada?”, es el ayuno que rompe la corriente del corazón para romper esta forma vanidosa y orgullosa de ser.

Aquellos que ayunan y quieren exhibir el cuerpo perfecto, los kilos que perdieren; aquellos que ayunan de acuerdo con la mentalidad del mundo para vivir las apariencias, el ayuno es para romper esta vanidad o estas vanidades que cercan a ellos. Porque, el ayuno es para ayudarnos a servir a quien nosotros no servimos, es para recordar que el otro existe y que no podemos vivir en función de nosotros mismos.

Por eso, nada es más verdadero en el ayuno que dejar de comer para dar de comer aquellos que no tiene, a quien pasa la vida sin saber lo que va comer en aquel día. El ayuno tiene que engendrar la caridad, tiene que romper el juzgo que hay dentro de nosotros y que nos lleva a quedarnos siempre peleando, discutiendo, no imponiendo sobre los demás. El ayuno es maravilloso para romper aquella voluntad que tenemos que imponer sobre los demás, de sobresalir entre ellos.

El ayuno que agrada a Dios es lo que romper las amarras del alma que alimentan el orgullo y la soberbia, y no aquel que deja la persona un día sin comer y con la “cara fea, triste, amarga” para los demás, porque ese no agrada a Dios; además, el ayuno que agrada es aquel que nos hace más fraternos, hermanos, amigos y nos acerca de Él.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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