01 Mar 2018

El hombre no puede apartarse de Dios

El hombre necesita confiar y entregar tu corazón al Señor

“Maldito el hombre que confía en el hombre y hace consistir tu fuerza en la carne humana, mientras tu corazón se aparta del Señor” (Jr 17, 5-10).

Nosotros, los seres humanos, necesitamos de relaciones humanas, ellos son importantes para nuestra vida. Son de las relaciones humanas que nacen los “enamoramientos” y, de ellos que surgen el amor y en este brotan nuestras familias, el matrimonio, la unión del hombre y de la mujer.

De las relaciones es que surgen bellas e importantes amistades. Nadie puede ser solo en este vida y todos nosotros necesitamos relacionarnos; es necesario solo tener prudencia y saber separar las cosas y poner cada una en su debido lugar.

Todo exagero, toda amistad demasiada, todo amor que no tiene medida, se convierte en un “sofoco” para nuestra vida. Y eso nos perjudica, porque lo que nos sofoca nos puede matar; puede matar nuestras relaciones y algo que era para ser bello, si destruye, porque, en realidad, no tiene una “poda”, una dirección.

La primera cosa es que no podemos amar a nadie, más de lo que amamos a Dios. Él es el gran amor de nuestra vida, nuestro gran amigo, nuestro soporte, nuestro apoyo, nuestra dirección, es en Él que debe estar nuestro corazón y la confianza de toda nuestra vida.

Pon en el Señor su confianza, y la seguridad de que es Él que va guiar tu corazón, incluso en las relaciones familiar, en el amor del marido para con la esposa y viceversa, en las amistades que nosotros construimos; y no dejes que nadie ocupe el lugar de Dios en tu corazón.

Mientras Dios es el mayor amor, el primer amor y Aquel que guía tú corazón, entonces, los demás amores de la vida van ser guiados, iluminado y guiados por el amor de Dios, de esta forma, no vamos decepcionarnos tanto, caer y pasar por tormentos que muchas veces pasamos.

La segunda cosa importante es que ninguna relación puede apartarnos de Dios y no podemos permitir que nadie nos parte de Él. A veces creamos relaciones donde aquella persona es todo para nosotros, es decir, solo escucho, hablo y me quedo todo el tiempo con ella; y eso me prende, me aprieta y el peor, muchas veces nos apartan de Dios,

La maldición está ahí: confiar en otra persona y dejar que esa relación nos aleje del amor a Dios; de Aquel que, de verdad, cuida de mí.

¿Buenas amistades? Sí. Pero, jamás amistades demasiadas y, especialmente, aquellas que no nos guía para más cerca del Señor.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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