11 Nov 2018

El corazón evangélico es generoso, humilde y amoroso

El corazón evangélico da lo mejor de sí, él da lo que tiene y, incluso el que no tiene, pero da con amor y caridad

Yo les aseguro que esta viuda pobre ha dado más que todos los otros. Pues todos han echado de lo que les sobraba, mientras ella ha dado desde su pobreza; no tenía más, y dio todos sus recursos.” (Mc 13, 43-44).

La Liturgia, de este domingo, no muestra dos ejemplos maravillosos de generosidad: son dos pobres viuda.

En la Primera Lectura de la Misa de hoy, el Libro de los Reyes nos muestra, justamente, la viuda de Sarepta. El profeta Elías pidió la ayuda de aquella mujer, que vivía con su hijito y tenía solo un montón de harina en un pote y un poco de aceite en el jarrón. Ella fue tan generosa que, aquel montón de harina que tenía para sobrevivir y ver la muerte llegar, ella compartió con el profeta Elías y, Dios, hizo la harina crecer y multiplicar.

Del la misma forma, en el Evangelio de hoy, estamos viendo ricos, poderosos, personas que poseían mucho dinero ofertaren lo que tenían, pero cada uno daba de lo que sobraba; cada uno daba de una forma esnob y así por delante.

Entonces, apareció una pobre viuda que dio, con todo corazón, las monedas que ella tenía. Financieramente hablando, el valor era irrisorio delante de los grandes que depositaron grandes cantidades.

Pero, Jesús dije: “Esta viuda dio más que todos”. Primero, ella dio con generosidad, ella dio con el corazón lleno de desprendimiento, ella dio de forma bondosa, dio lo mejor que ella tenía. Según, ella dio con humildad, no dio para aparecer o hacerse importante, pero ella dio, por encima de todo, con mucho amor.

Son tres virtudes que caracterizan el corazón evangélico. Un corazón evangelico es generoso, humilde y amoroso. Él da lo mejor de si, él da lo que tiene y, incluso lo que no tiene, pero da con amor y caridad para cuidar del otro y de las cosas de Dios. ¡Por eso, nada se compara a lo que es dividido con generosidad, el sabor de la vida es otro!

¡Cuando vamos a casa de los pobres, de aquellos que parecen no tener nada; como la comida se convierte sabrosa! Porque, allí, esta todo el amor, toda la vida de la persona en aquel alimento dividido. Y, ellos, están siempre compartiendo incluso lo que ellos no tienen.

Que Dios, hoy nos enseñe el valor de la generosidad, porque, lo que vale es la intensidad del corazón y del amor. Lo que vale es la humildad en todo lo que realizamos.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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