20 Apr 2022

El camino de Emaús te llama para vivir una experiencia con el Resucitado

“Aquel mismo día dos discípulos se dirigían a un pueblecito llamado Emaús, que está a unos doce kilómetros de Jerusalén, e iban conversando sobre todo lo que había ocurrido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se les acercó y se puso a caminar con ellos, pero algo impedía que sus ojos lo reconocieran. El les dijo: «¿De qué van discutiendo por el camino?» Se detuvieron, y parecían muy desanimados. Uno de ellos, llamado Cleofás, le contestó: «¿Cómo? ¿Eres tú el único peregrino en Jerusalén que no está enterado de lo que ha pasado aquí estos días?»” (Lucas 24, 13-18).

Mis hermanos y mis hermanas, nosotros estamos en estos días especiales. Y, hoy, el texto del Evangelio nos presenta el camino de Emaús. Este camino hecho sin reconocimiento de Jesús se convierte triste; pero, con la presencia de Jesús, se convierte un camino de resurrección, un camino para la vida.

Los dos discípulos están repartiendo sus frustraciones, de sus desilusiones, de los dramas que ocurren en los últimos días. Los dos, nos habla la Palabra, estaban como ciegos: no reconocieron la presencia de Jesús. ¡Como es bueno cuando encontramos alguien que nos levanta y que nosotros podemos también ayudar a levantarse! El peor es cuando ocurre el contrario: encontramos alguien que nos tira aún más para bajo, o cuando nosotros somos alguien que, al contrario de llevar la alegría y la esperanza, llevamos el desanimo, la tristeza, la murmuración y la reclamación.

El camino de Emaús no nos llama a vivir esta experiencia frustrante, y sí a caminar con el Resucitado y, con Él, sernos también señal de esperanza en la vida de las personas; sernos portadores de una palabra de fe, de una palabra de animo y de esperanza. Y, cuando cantamos nuestros salmos de lamentación, Jesús se pone en nuestro medio. Jesús se pone cerca de nosotros en aquellos momentos dramáticos de nuestras vida, en que, muchas veces, en lugar de alabar a Dios, de bendecir Su nombre, nosotros lamentamos, murmuramos, reclamamos.

El camino de Emaús no nos llama a vivir una experiencia frustrante, y sí a caminar con el Resucitado

Jesús esta presente en nuestra crisis, así como estuvo presente en la crisis de estos dos discípulos de Emaús. Hoy, el llamamiento a nuestro corazón es lo de sentir la presencia de Jesús; pues la sensación puede ser incluso de ausencia – así como aquellos dos discípulos tenían un poco esa sensación de la ausencia de Jesús. Y tu, que me escucha hoy, puede también sentir en tu corazón, tal vez, una sensación de ausencia, pero la fe en Jesucristo, la fe en el Resucitado es la memoria de Su presencia en nuestra vida, es la memoria de Sus palabra. Él mismo dijo que estaría con nosotros todos los días hasta el fin de los tiempos.

La belleza de la vida espiritual no es solucionar nuestras inquietudes. Nuestra vida de oración, nuestro camino con Cristo, nuestra fe pascual no es para solucionarlas [inquietudes], pero sí para dejarnos ser guiados por Jesús en los momentos de la inquietudes, así como hicieran estos discípulos, pues, después que Jesús les abre los ojos, ellos permiten que Jesús estuviese con ellos.

Entonces, yo y tu, en el medio de nuestros sufrimientos, de nuestras tribulaciones, no nos preocupemos en solucionarlos, pero nos preocupemos en dejarnos ser guiado por Jesús. En el medio de estas realidades, no busque explicaciones o alguien, y sí busca a Cristo. Él esta vivo en nuestro medio; Él esta Resucitado.

Sobre todos vosotros, la bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!

Pai das Misericórdias

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