“Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él” (Jn 3,17).
Comprendemos mal cuando pensamos que Dios vino para condenar. ¡No! Dios vino para salvar. El amor de Él por nosotros es inmenso, y Él nos amo mucho, que no nos quiere perdidos ni condenados.
Es necesario decir que si los demás ya nos condenaran o si nosotros ya nos condenamos, esta condenación es mundana, porque Dios no condeno nadie. Hasta el ultimo momento, Él esta luchando para que seamos salvos; hasta nuestra ultima respiración, Dios quiere que nosotros seamos salvos.
Sé que es más fácil juzgar, condenar, tirar piedras, es más fácil poner el otro en el precipicio, es más fácil poner el fardo encima de los demás, pero esta misión no es evangélica, esta no fue la misión de Hijo de Dios. Él vino para salvar los Suyos, Él vino para salvarnos, Él nos miro de la forma que nos encontramos y no nos condenó. Él nos salva y quiere libertarnos a cada día.
Necesitamos volver para la luz que es Jesús, y dejar que el amor de Él nos levante
Existe un juicio sí, y el juicio es de la luz; y cuando la luz viene hasta nosotros, pero el rechazo, no es Dios quien esta en el juicio, es cada uno de nosotros que, en lugar de aceptar la luz de Dios, prefiere seguir en las obras oscuras del alma y del corazón, prefiere seguir en el camino de la oscuridad de su ser, confuso con todas las confusiones que el mundo lanza sobre nosotros.
Necesitamos volvernos para la luz que es Jesús, es dejar que el amor de Él nos levante, dejar que el amor de Dios este en nosotros, poniéndonos de pie. Que va todo por tierra el sentimiento de condenación todas las veces que nosotros sentimos condenados por los hombres, por Dios y por las sentencias humanas.
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Que el amor de Dios, que salva, este en nosotros. Que anunciemos Su liberación y restauración. Necesitamos anunciar que nuestro Dios es un Dios que salva. y Él esta nos salvando hoy, Él esta nos quitando de todo aquel sentimiento de condenación que, muchas veces, llevamos en nosotros, incluso nuestro pasado mal resuelto.
Tenemos que dejar que el amor de Dios quite de nosotros esta falta de perdón que tenemos para con nosotros, especialmente la falta de perdón que ejercemos para con los demás cuando no perdonamos y no amamos. El perdón de Dios nos salva, a condenación de los hombres nos pone para bajo, pero Dios vino para levantarnos.
¡Dios te bendiga!
