14 Oct 2019

Nuestra conversión es la gran señal de la presencia de Dios

“El día del Juicio, los hombres de Nínive se levantarán contra esta generación y la condenarán, porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás y aquí hay alguien que es más que Jonás” (Lc 11, 32)

Es Jesús quien esta diciendo a nosotros que necesitamos, de verdad, convertirnos. No podemos ser aquellas personas que buscan solo señales en la religión, porque, la gran señal de la presencia de Dios en nuestro medio es nuestra conversión.

Hay aquellos que buscan en la religión: los milagros, las curas, las bendiciones y, todo eso, es más que necesario, pero el gran milagro, la gran cura, la gran bendición es nuestra conversión.

La conversión es, por encima de todo, escuchar a Jesús y dejar cambiar mi mentalidad, mi cabeza y mi comportamiento

¡Como necesitamos convertirnos a cada día! Porque, si nosotros escuchamos Jesús hablar y no damos atención a él, entonces, nosotros no nos convertimos, no cambiamos de vida, nuestra vida sigue siempre la misma cosa y nosotros no estamos santificándonos. La misión de Palabra de Dios en nuestra vida es la de santificarnos a cada día.

Muchos escucharan Jesús hablar y no se convirtieron. Ellos, en realidad, buscaban señales del Reino de los Cielos, y Jesús mismo dijo: “No va ser dado otra señal, aún que sea señal de Jonás”.

¿Y cual fue la señal de Jonás sino él predicando, anunciado; y, el pueblo, se convirtiendo y haciendo penitencia de su pecado? Entonces, aquí, tiene dos elementos importantes para nosotros. El primero es hacer penitencia, es decir, penitenciamos por el mal que hicimos; nos reconciliamos con Dios de forma que dejamos de hacer lo que no conviene a un hijo de Dios.

El segundo es la conversión. Ella es un proceso interior que pasa, incluso, por nuestra mente, y nos lleva a aceptar, a abrirnos y absorber la gracia de Dios que nos fue dada, porque, con la mente cerrada nadie se convierte, porque, es un cambio de cabeza, de mentalidad: “Yo pienso así, pero necesito saber como es que Dios piensa”. “Yo hasta ahora he creído así, pero necesito saber como es que Dios me enseña”.

Por eso, la conversión es, por encima de todo, escuchar a Jesús y dejar cambiar mi mentalidad, mi cabeza y mi comportamiento. Porque yo escuché la predica de Él y ella “predico” en mí, predico en mi vida una forma forma de pensar: “no puedo conformar con este mundo, pero yo necesito tener la mente y la mentalidad de Jesús”.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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