“Seis días antes de la Pascua, Jesús volvió a Betania, donde estaba Lázaro, al que había resucitado. Allí le prepararon una cena: Marta servía y Lázaro era uno de los comensales. María, tomando una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, ungió con él los pies de Jesús y los secó con sus cabellos. La casa se impregnó con la fragancia del perfume. Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dijo: «¿Por qué no se vendió este perfume en trescientos denarios para dárselos a los pobres?»” (Jn 12, 1-4).

Miren, esta escena es muy conocida de todos nosotros. Y nosotros comenzamos la Semana Santa, la Semana Mayor, con ese banquete. La Semana Santa comienza con esta cena, seis días antes de la Pascua, una cena en la casa de los amigos; una comida entre amigos, aquellos que están entre los más queridos de Jesús, donde Él tanto le gustaba estar.

Los gestos hablan mucho en este evangelio. Por ejemplo: el escándalo del gesto que es hecho por María. El aparente exagero de aquel perfume en los pies de Jesús demuestra, en realidad, el escándalo después de la Cruz: la forma absurda con que Dios amo la humanidad, en su Hijo Jesús, se entregando libremente para morir por nosotros.

Ojos y corazón abiertos para entender no con nuestra razón, y sí en el profundo de nuestro ser todo lo que Jesús hará por nosotros en esta gran semana

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Por eso, es necesario ojos y corazón para comprender, porque, aquí, la lógica humana es completamente descartar, nosotros no tenemos condiciones de comprender ese gesto, pues aquella persona que ama no calcula. Y Judas no fue capaz de entender ese gesto, él inmediatamente actúa con su corazón interesado, pensando en una realidad financiera. Pero con el amor no es así, el amor, en realidad, es un don, es una dádiva de Dios, por eso, ojos y corazón abiertos para entender no con nuestra razón, y sí en el profundo de nuestro ser todo lo que Jesús hará por nosotros en esta gran semana.

Hay un detalle interesante: María hace gesto de derramar el perfume en los pies de Jesús. Miren: amar los pies de Jesús. ¿Cuál es el significado de eso? Ella podría haber ungido sus manos, pero María va ungir los pies de Jesús.

En la época de Jesús, el gesto de lavar los pies de alguien era un gesto de una profunda hospitalidad; era un refrigerio; una compasión por aquella persona, una forma de amar concretamente aquella persona y traerla para dentro de casa, para comer. Entonces, es importante entender ese gesto, pues Jesús permite que María ame a Él de esta forma. Permite que María ame a Él así, porque, después, va ser Él a bañar toda la humanidad con el baño de redención, y no con agua, pero con Su propio sangre. Él nos va dar ese baño de la purificación.

Sera Él, Jesús, a llenarnos con el perfume de Su oferta de la vida, el buen olor de Cristo sera puesto sobre nosotros. Entonces, al contemplar ese gesto de María, en la casa de Betania, nosotros también queremos acercarnos del corazón de Cristo; nosotros queremos acogerlo, en nuestra vida, de una forma totalmente nueva: permitir que él nos ame, nos cure; permitir que Él sea el Señor de nuestra vida. Y, apartir de Su gesto de amor, nosotros también vamos amar profundamente Jesús, vamos ponerlo en primer lugar en nuestra vida.

Sobre todos vosotros, la bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!