23 Jan 2019

No sea el motivo de la tristeza del corazón de Jesús

Hay tristeza en el corazón de Jesús, cuando no tenemos compasión por el sufrimiento del otro

“Jesús paseó sobre ellos su mirada, enojado y muy apenado por su ceguera, y dijo al hombre: «Extiende la mano”(Mc 3, 5).

¿Qué causa tristeza al corazón de Dios, sino la dureza del corazón del hombre? Un corazón duro, corazón cerrado. Y el corazón humano se convierte duro para la gracia de Dios, cuando no deja la gracia de Dios penetrar, porque la gracia de Dios quiere entrar en nosotros, ella quiere penetrar en nuestra vida, pero el corazón se convirtió rígido, pedregoso, de una forma que la gracia no penetra, de tan dura que esta nuestro corazón.

Nosotros ni salimos de la presencia de Dios, pero no conseguimos dejar que la gracia de Dios sumerja en nosotros. Además, nos convertimos muy secos en relación a los demás. Un hombre está allí con la mano seca, todo debilitado y, Jesús, quiere cuidar de aquel hombre, pero aquellas personas con corazón de ellas tan duros, miran a Jesús con desconfianza, porque él iba hacer aquello en el sábado.

Eso despertó una profunda ira y tristeza en el corazón de Jesús, porque no son capaces de ver más el sufrimiento del otro; y hay la perdida de la sensibilidad humana. Tener un corazón cerrado es no abrirse a la gracia de Dios y perder la sensibilidad por el sufrimiento del otro.

Nosotros no podemos ser aquellas personas indiferentes, frías, donde pensamos: “El problema no es mio, el más importante es que yo soy de Dios y mis oraciones”; no me preocupo con el sufrimiento del otro y tampoco con sufrimiento del mundo, solo digo: “Él esta recibiendo lo que merece”; no es así, porque Jesús miro para todas las realidades humanas y tuvo compasión.

¿Dónde esta la compasión de nuestro corazón? Porque no conseguimos más sensibilizar con el sufrimiento del mundo, de las personas, de los más pobres, de los enfermos, de nuestros jóvenes que se han perdido en las drogas, con el sufrimiento de las familias que están se haciendo. No podemos decir que estos problemas no son nuestros, porque seria una señal de que nuestro corazón esta fortalecido, esta cerrado para la gracia.

Cuando la gracia de Dios esta en mí, tengo sensibilidad por el dolor y por el sufrimiento del otro. Y pido no solo para el otro extender la mano, pero extiendo mi mano para el sufrimiento del prójimo. Que Dios sane toda la insensibilidad, que no seamos el motivo ni de la ira y ni de tristeza de Su corazón.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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