19 Apr 2021

Luchemos para que Jesús sea el alimento de nuestra familia

“Trabajen, no por el alimento perecedero, sino por el que permanece hasta la Vida eterna, el que les dará el Hijo del hombre; porque es él a quien Dios, el Padre, marcó con su sello” (Jn 6, 27).

¿Qué es nuestra vida sino levantar temprano para trabajar y volver para casa en el final del día, para poder ganar el pan de cada día, el pan del día a día para alimentar nosotros y los hijos? Es para eso que el padre y la madre trabajan, es en eso que, muchas veces, se resume los esfuerzos humanos: para poner el pan dentro de casa, el pan que el propio Señor dijo a los nuestros padres en el paraíso, el pan que gano con el sudor del rostro.

Es necesario tener conciencia y, al mismo tiempo, serenidad en la vida para entender que la vida no se resume en la lucha por el pan de cada día. ¡Y que no falte! Porque, muchas veces, ¿cuántos padres de familia quieren trabajar y falta trabajo o incluso un trabajo digno, o cuantas veces el esfuerzo humano no es compensado? Pero no podemos dejar de anunciar lo que Cristo esta nos anunciando.

Es necesario trabajar, buscar el pan del día a día para que no falte el alimento, no falte el necesario y el importante dentro de nuestras casas y familias. Es importante también decir que no podemos vivir solo en función de trabajar, no podemos vivir solo en función de tener el pan dentro de nuestra casa, tener el alimento, tener nuestras necesidades satisfacer y saciar con el fruto de nuestro trabajo.

No cansemos de esforzarnos para que Jesús sea el alimento de nuestra casa y de nuestra familia

Es necesario un esfuerzo por el alimento que permanece hasta la vida eterna, porque si no, que frustrante seria nuestra vida si llegamos en el caso de ella y miramos lo que hicimos de la vida: ¿solo trabajamos? Buscamos a cada día el pan de la vida, el pan que da sentido a nuestra vida.

Por eso, el padre y la madre que trabajan para poner el pan dentro de casa, trabajen, por favor, para alimentar los tuyos con el Pan de la Palabra, con el Pan de la Vida, con el Pan que es Jesús. Alimente tu casa de Dios, alimente tus hijos y tu propia vida con Jesús, Palabra Viva, con Jesús el Pan vivo de la Palabra y en la Eucaristía, con Jesús el Pan de la Vida que nos da la vida a cada día.

Eso se hace en el día a día de la vida, eso se hace alimentando en el momento de la comida con la Palabra, eso se hace con la oración del día a día, con ponerse en la presencia de Dios.

No permita que la familia se reúna alrededor de la mesa solo para comer, pero que la familia se reúna alrededor de la Palabra, alrededor de Jesús. Que pongamos en Jesús toda nuestra confianza y esperanza, no cansemos de esforzarnos para que Jesús sea el alimento de nuestra casa y de nuestra familia.

Se esfuerza mismo, porque el esfuerzo es poner fuerza en nuestra lucha, y solo conseguiremos poner Jesús en nuestras casas, si nos esforzamos.

Si tu haces cuerpo blando, si tu sigues la tendencia del cansancio y del desanimo, si deja de rezar, si no llevas los tuyos para rezar, si tu no trae la Palabra para dentro de casa ella va saliendo, va perdiendo el espacio, va perdiendo el lugar; y Jesús ha perdido el lugar en nuestras casas para la televisión, para la internet, redes sociales, smartfones; Él ha perdido el lugar para las diversiones y distracciones de la vida, y nuestra vida esta se convirtiendo sin sabor y sin gusto porque no estamos nos alimentando de Jesús, del Pan de la Palabra y de la Vida, y no estamos alimentando los nuestros.

¡Esfuérzate! No solo por el pan del día a día, pero que en tu casa tenga a cada día el pan que da vida eterna.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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