“Esta es la Vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a tu Enviado, Jesucristo” (Jn 17, 3).

La vida eterna que Dios nos dio es esta. Necesitamos tomar posesión de la vida eterna, conocer el Dios único y verdadero y llevar la vida en nombre de Jesús.

Jesús nos da acceso al Padre, Jesús nos da acceso al corazón del Padre, Él rescata para nosotros aquello que es nuestra dignidad primera, cuando fuimos creados a la imagen y semejanza de Dios.

La oración de Jesús no es primero por el mundo, pero por aquello que están en Él, son Sus discípulos y Sus seguidores. Porque, en el mundo, los discípulos de Jesús, nosotros todos, seguimos muchos desafíos y tribulaciones y, a veces, desanimaos, paramos en las dificultades, miramos para las tribulaciones y las ponemos encima de la gracia.

Es el momento de abrir los ojos, de despertar para la verdad. En el mundo, seguimos las tribulaciones, las dificultades, muchas situaciones, pero no podemos parara en estas realidades.

El Señor esta rogando por nosotros, esta pidiendo por nosotros mientras caminamos en el mundo

Lo que podemos y necesitamos es, por encima de todo, permanecernos seguros en la gracia. El Señor esta rogando por nosotros, esta pidiendo por nosotros mientras caminamos en el mundo. ¡El mundo es más confuso! Y cuando la confusión de él entra en nosotros, también nos convertimos personas confusas.

El mundo tiene sus falsedades, sus ideologías, sus mentiras, sus engaños e ilusiones, y estamos absorbiendo, estamos comprando, estamos realmente trayendo el mundo para dentro de nosotros. Cuando traemos el mundo para dentro de nosotros, quedamos también personas confusas y divididas. Necesitamos quedar en el mundo porque vivimos en este mundo, aún no tomamos posesión de la eternidad, aún que la eternidad de Dios este en nosotros por los Sacramentos y por el amor que Él tiene por nosotros.

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No podemos quitar los pies de la realidad: el corazón en Dios, pero los pies están en el suelo, mirando el mundo de la forma que él es.

La primera actitud del discípulo es purificarse de las actitudes mundanas, del comportamiento mundano, de la mentalidad mundana, de nuestra forma de hablar en el mundo. Estamos en el mundo para transformarlo para senos transformados por Él. Es necesario decir que, muchas veces, la mentalidad mundana toma cuenta de nuestro mundo personal y familiar.

La mentalidad mundana es egoísta, individualista, es el “Cada uno por sí y Dios por todos”. Necesitamos rechazar y exorcizar eses pensamientos mundano que toma cuenta de nuestra mentalidad. Necesitamos rezar como Jesús rezó, rezar para senos preservados y sernos cada vez más libres de la mentalidad de ese mundo, rezar para sernos preservados del mal y permanecernos seguros en el Señor.

Que el Espíritu este en nosotros, dándonos la gracia de la fidelidad del Evangelio.

¡Dios te bendiga!