20 Jul 2018

Llevemos amor y misericordia al prójimo

No hay día para vivir el amor, la misericordia, la bondad o para cuidar del otro, porque el Hijo del Hombre es Señor del sábado

“Y si ustedes entendieran estas palabras: Quiero misericordia, no sacrificios, ustedes no condenarían a quienes están sin culpa. Además, el Hijo del Hombre es Señor del sábado” (Mt 12, 7-8).

¡El corazón de Jesús es amor, nunca se ha visto un corazón tan humano como el de Él, que es divino y sublime! Debemos mirar para el corazón de Jesús, a fin de humanizar, santificar nuestro corazón.

Nuestro corazón, muchas veces, esta tan lejos del Sagrado, que se ha vuelto deshumanizado. No podemos perder nuestra humanidad, porque ella no es profana, ella es sagrada, y es Jesús quien se hace nuestra humanidad sagrada. Los hombres de la Ley están preocupados con los preceptos divinos, con las leyes divinas, pero están olvidando de la humanidad, están preocupados por guardar el sábado, en cuidar del templo, pero no están preocupados con la persona humana.

Jesús viene decir: “No es eso que el Padre quiere”. El Padre no vino buscar los sacrificios que se ofrecen en el templo, el Padre no vino buscar las oblaciones que son hechas en los altares, porque ella solo tiene importancia cuando vienen para rescatar la persona huamana. El culto que Dios quiere es un corazón que se vuelve misericordioso, porque, muchas veces, la religión nos endurece. Participamos de las Misas, de los cultos, de los grupos de oración y nos hace personas rígidas, duras y malas unas con las otras.

¡Necesitamos llenarnos de Dios y tener en nosotros el corazón de Jesús, el corazón misericordioso que no se importó si era día de sábado o día que fuese, porque era tan importante para la religión judía! ¡Lo que importa es que la oveja necesita de cuidado todos los días de la semana.

No hay día para vivir el amor, la misericordia, la bondad o para cuidar del otro, porque el Hijo del Hombre es el Señor del Sábado, es el Señor de la vida, de la Ley, del Templo y de la misericordia. Alabemos nuestro Dios, no sólo por la grandeza de lo que Él es, sino por la grandeza que se esparce en la tierra. Donde se vive la misericordia, el amor, donde se cuida del otro, allí Dios esta.

No encontramos Dios solo en el Templo o solo en las oraciones, nos llenamos con el corazón lleno de Dios llevemos amor y misericordia para el prójimo.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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