17 Dec 2018

Jesús vino renovar, santificar y restaurar nuestra historia

Jesús vino para renovar toda la raza humana, y todas las generaciones son renovadas en Él, porque Él asumió nuestra naturaleza

“Jacob fue padre de José, esposo de María, de la que nació Jesús, llamado Cristo” (Mt 1, 16).

Tenemos la gracia de comenzar, hoy, la preparación cerca de la Navidad de Jesucristo. Dentro de una semana, vamos reunir en nuestras iglesias, capillas, en nuestras casas y familias para celebrar la Navidad del Señor.

La Palabra de Dios necesita guiar nuestros pasos, guiar nuestra vida en este tiempo de vivencia para el tiempo de Navidad. Hoy, la Palabra nos pone en las orígenes. La origen de Jesús fue así: vamos a Abraham, a Isaac, a Jaco. Vamos percibir que nuestra origen no comienza cuando nacemos en el vientre de nuestra madre. Nuestra vida comienza con nuestros antepasados, con todos aquellos que vinieron antes de nosotros.

Es importante reconocer de donde Jesús vino. Desde el primero mencionado que es Abraham, nuestro padre en la fe, vinieron hombres santos, justos, pero hay también pecadores, traidores y adúlteros. Hay varias situaciones entre aquellos que fueron los antepasados de Jesús.

Jesús vino para asumir la historia humana, Él vino para asumir su propia historia, Él vino para santificarla, renovarla, porque muchas veces, una historia esta caminando y la gracia de Dios da la dirección de caminar en la dirección correcta por donde ella debe ir.

¿Lo que debemos hacer delante de aquello que nos presenta la Palabra de Dios? Primero, necesitamos asumir nuestra historia, asumir quien somos, asumir la familia que tenemos, nuestros antepasados, de donde venimos. ¡Como es importante asumir nuestra historia!

Según, dejar que nuestra historia sea sanada, porque Jesús vino para sanar, rescatar y salvar la historia humana. Venimos, muchas veces, de familias bendecidas, familias de tradición catolica y religiosa, pero en medio a todo eso hay también tradiciones que no son. Hay muchas cosas mundana y profana en nuestra propia historia de vida. La gracia de Dios santifica y renueva todas las cosas, cuando permitimos Dios entrar en la raíz de nuestra vida.

Dejase sanar por Dios, deje que todo aquello que son marcas en nuestro interior, en nuestra historia, marcas de pecado, vicios, comportamientos malos que incluso herdamos. Necesitamos, con la gracia de Dios, santificar toda nuestra vida, y la santificación solo ocurre cuando la historia es asumida. La humanidad solo es renovada cuando se deja tocar por la gracia que vino para santificarla.

Jesús vino para renovar toda la raza humana, y todas las generaciones son renovadas en Él, porque Él asumió nuestra naturaleza. Es necesario que nuestra naturaleza asuma como Señor, Salvador y Redentor, y permita que, independiente de nuestra historia, Jesús entre en ella y haga la diferencia.

Haga eso en tu casa, en tu familia y en tu historia. Permita Jesús entrar con fuerza para renovar, santificar y restaurar

¡Dios te bendiga!

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