17 Jan 2018

Jesús vino para cuidar de todas las personas

En primer lugar y sobre cualquier cosa, Jesús vino para cuidar de las personas

“Jesús dijo al hombre que tenía la mano paralizada: Ponte de pie y colócate aquí en medio. Después les preguntó: ¿Qué nos permite la ley hacer en día sábado? ¿Hacer el bien o hacer daño? ¿Salvar una vida o matar? Pero ellos se quedaron callados” (Mc 3, 3-4).

¿Quién son estos que nada dijeron? Son los fariseos que se quedaron observando si Jesús sanaría, si Él cuidaría de aquel hombre de mano seca, en día de sábado. Ellos no estaban preocupados con el hombre, ellos estaban preocupados con el sábado. Este es el problema de muchos de nosotros, es el problema de nuestra fe, de nuestra vivencia religiosa: nos preocupamos mucho más con los preceptos, con los templos, y no nos preocupamos con lo que es más importante – la persona.

Los preceptos, los templos, los lugares; quedarán, pasarán. Serán un día destruidos, pero, ese “templo” que somos nosotros y pertenencia de Dios.

En primer lugar y sobre todo de cualquier cosa, Jesús vino para cuidar de las personas. ¿Qué respeto y consideración tenemos que tener con el ser humano? No es cerrar las puertas de las iglesias, para no acoger a los pobres, enfermos, mendigos, personas de la calle. ¡Son estas personas que necesitan ser acogidas, amadas cuidadas! Como si el templo fuera más importante que la persona, como si nuestras oraciones, nuestras practicas fueran más importantes que el cuidado, la caridad o así por delante. No necesitamos relativizar nada, pero no podemos ignorar lo esencial. Lo esencial es cuidar de aquel que necesita ser cuidado.

Estos hombres religiosos observaban; aquel hombre tenía la mano seca, y una persona en aquella situación quedaba de lado, no tenía espacio. La primera cosa que Jesús dijo fue: “Levántate y ven para el medio. Ven para al centro, porque en el corazón de Dios tu ocupa el lugar principal”. Es así que tenemos que decir para nuestros enfermos, para nuestros pobres y pecadores.

Nadie puede quedar alejado. Muchos piensan: “En la iglesia, en el templo, no tiene lugar para estos”. Si no tiene, la gracia sale del templo para ir al encuentro de aquella persona, porque, para Dios la persona es más importante que el sábado, que el templo o algún precepto religioso.

¡Dios te bendiga!

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