07 Feb 2019

Jesús envió los discípulos dos a dos para que el Reino de Él ocurre

Necesitamos del otro para que ocurra el Reino de Dios, porque la misión, la gracia y la vida no ocurre en el individualismo

“Llamó a los Doce y comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus impuros” (Mc 6, 7).

El Evangelio de hoy nos pone delante de muchas cosas importantes para nuestra vida. Una de ellas es que no somos discípulos solos, porque somos discípulos del “Cuerpo”, donde Jesús es la cabeza.

Jesús llama los discípulos dos a dos y los envía, porque uno puede ser bueno, pero dos es excelente. La madre en casa rezando por el hijo es bueno, pero el padre y la madre rezando por ellos es sublime, excelente; y no tendrá espíritu que podrá actuar en la casa de ellos. Porque un fortalece al otro; es un actuando junto al otro.

Hoy, desgraciadamente, vivimos en el espíritu del individualismo presente en las casas, en la familia, en la Iglesia. Es cada uno realizando su misión, “cada uno por sí y Dios por todos”, esta expresión popular esta tomando cuenta de los corazones. Pero la misión, la gracia y la vida ocurre a dos.

No nace una vida humana sin la unión de un hombre con una mujer. La misión del Reino de Dios debe ser predicada a dos, aún que cada un tiene una manera de ser. Además, por encima de todo, el espíritu comunitario debe prevalecer en todo lo que realizar.

Jesús envió los discípulos y puso en el corazón de ellos la renuncia a todo y cualquier espíritu del individualismo. Si nos juntamos al otro, el mal y el maligno no tendrá podre sobre nosotros. Pero cuando nos dividimos (cada uno por sí) la gracia se debilita y el Reino ocurre de forma no muy eficaz como debería ocurrir.

¿Por que Jesús nos enviá dos a dos? Para darnos poder sobre los espíritus impuros. Incluso, un gran espíritu impuro es el individualismo, el egoismo, esto es, la tendencia de cerrarnos en nosotros mismos. Necesitamos expulsar ese espíritu de nuestra vida y de nuestro medio.

Y el poder que Jesús da a nosotros, es justamente para que purifiquemos el mundo de todas las maldades, crueldad y tormentos que el maligno ha lanzado sobre las mentes y los corazones.

Comencemos haciendo esto: rezando dos da dos, con tres o cuatro, pero recemos.

No basta rezar por nuestra familia, necesitamos rezar con ellos, con nuestra familia. La oración individual es gracia, pero, ¿por que marido y mujer no rezan juntos? ¿Por que padres no rezan con los hijos?

Vamos expulsar los espíritus impuros de nuestras casa y familias, cuando aprendemos que necesitamos del otro para hacer el Reino de Dios ocurrir.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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