“Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo” (Jn 6, 51).
Nosotros, de una cultura occidental, tenemos una tendencia carnívora para alimentarnos. Nuestras parrilladas, nuestros alimentos de cada día muestran como la carne hace parte de nuestra alimentación. Pero independiente de cual sea la fuente de nutrientes para saciarnos a cada día, independiente de cual sea la dieta, la forma de alimentación que usamos, lo que necesitamos es alimentarnos bien. Necesitamos cuidar de nuestra salud y procurar vivir una nutrición sana. No es dejar de comer; es comer bien , es comer correctamente.
Hay una sed mayor, una hambre mayor que necesitamos cuidar. De nada sirve trabajar solo para el pan del cotidiano, no sirve trabajar solo para tener en casa pan con abundancia, comida con abundancia porque, a veces, miramos para algunas casa y los armarios están llenos, las heladeras están llenas, tiene todo tipo de cosa allí para comer, tiene alimento para sanar el hambre de la madrugada, de la mañana, de la noche… Y parece que el ser humano cuanto más come, más hambre tiene, porque nunca está satisfecho, nunca está saciado con lo que tiene. Vemos que parece que el problema de salud era falta de alimento, algunos perecen porque no tienen lo que comer, pero otra humanidad perece porque come demasiado, come lo que no sacia..
Nuestra hambre solo quien puede sanar es Jesús, Él es el pan de la vida
Lo que nosotros necesitamos mirar, con toda la seguridad, es que hay una hambre mayor en el alma, en el espíritu y en nuestro corazón, es el hambre de la plenitud, es el hambre de la realización plena, es el hambre de la eternidad, y nadie puede llenar esta hambre. Incluso podemos recurrir a muchas otras cosas, como las personas tiene recurrido, hay soluciones fáciles y mágicas, hay propagandas que guían: “Yo tengo una respuesta.Tengo una solución para tu vida”.
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Hay cursos con promesas estrafalarias, hay personas con cosas excitantes: “Yo tengo una fórmula para solucionar tu vida”, “Yo tengo una fórmula de la felicidad”, hay libros, hay cursos, hay gurús, sin embargo, nada de eso soluciona. La humanidad carece y padece, nuestra humanidad está padeciendo, está careciendo.
Nuestra hambre solo quien puede saciar es Jesús; Él es el pan de la vida, Él es el pan que no nos sacia, pero da la vida para nuestra vida. Estamos perdiendo el sentido y el gusto por la vida, no estamos saciándonos de Jesús, no estamos llenándonos de Jesús, no estamos alimentándonos de Él, no estamos permitiendo que Él sea nuestro alimento de cada día, o tal vez nos alimentemos de Jesús cuando tenemos tiempo. Pero, en realidad, estamos llenándonos con otros alimentos que, al final, solo nos deja más vacíos y no nos llenan, no nos sacian ni nos dan el sentido pleno de la vida.
El pan que yo daré es mi carne, es esta carne que nuestra carne necesita, es la carne de Jesús, es la sangre de Jesús. Por eso, volvámonos para Jesús Palabra, para Jesús Eucaristía, para Jesús el Señor de la vida, para Él saciarnos, porque solo Él puede dar sentido pleno a nuestra vida y para nuestra existencia.
¡Dios te bendiga!
