05 Aug 2018

Jesús es el pan que sana nuestra hambre más profunda

Trabajemos por el Pan que entra en nosotros y jamás nos deja tener hambre o sed, porque nos sana para la eternidad

“Jesús les respondió: «Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed. Pero ya les he dicho: ustedes me han visto y sin embargo no creen” (Jn 6, 34-35).

Jesús es el alimento de nuestra vida. Cuando hablo en Jesús como alimento, no piense en el sentido material de la palabra, porque, por ser personas materialistas y vivir por cuidar de la materia – nuestro cuerpo es materia, y no estoy despreciando -, necesitamos ser alimentados; y el hombre también vive de pan, por eso Jesús, antes de hacer ese discurso, multiplico los panes, porque Él no quería nadie pasando hambre y sed.

El Padre creó el mundo con esta abundancia de alimento, además, en la búsqueda desenfrenada por ellos, algunos hombres los retenían para sí, y no permitieran que otros tuvieran lo que comer. Jesús esta enseñando que necesitamos multiplicar los panes de nuestra con aquellos que no los tienen.

Quien tiene mucho alimento o no tiene ninguna necesidad, primero, saciarse de él, que es Jesús. El alimento, que es proprio Jesús, crea dentro de nosotros el sentido del amor, de la justicia, de la verdad y compartir. Si no comprendemos compartir nuestro pan con el hermano, no tendremos Jesús dentro de nosotros; si no comprendemos compartir el amor que tenemos en nosotros nuestro prójimo, no tendremos Jesús dentro de nosotros.

Vivimos un sentimiento de vació dentro de nosotros, por eso, muchas veces, comemos y bebemos varias cosas, pero continuamos vacíos. Estamos engordando solo la materia, y nuestro espíritu esta padeciendo, esta sediento de un alimento que sacie de verdad.

Dejémonos que Jesús sacie nuestra hambre más profunda. No trabajamos solo por el alimento de esta tierra, porque, después, perecemos por el exceso de comer, mientras otros perecen, porque pasan hambre. Trabajemos por el Pan que entra en nosotros y jamás nos deja tener hambre o sed, porque nos sacia para la eternidad.

Permitamos que Jesús sacie nuestra hambre y sed de la eternidad.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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