18 Nov 2019

Jesús es la luz de nuestra vida

“Qué quieres que haga por ti?». «Señor, que yo vea otra vez». Y Jesús le dijo: «Recupera la vista, tu fe te ha salvado” (Lucas 18, 41-42)

Mira el drama de este ciego, él no era un ciego de nacimiento, pero por circunstancias de vida fue quedando ciego. Él quería nuevamente ver la luz. Él necesitaba de la luz para guiar sus pasos; y él fue atrás de Jesús, fue clamar por Jesús. Él va decir: “Jesús, hijo de David, ten piedad de mí”.

No es un grito de desespero, es un grito de fe. Es un clamor de esperanza; de confianza; ese es el clamor que debe salir y gritar de nuestros corazones, nuestra confianza en Dios en primer lugar. No es dejar al desespero, al desanimo, al cansancio y las fatigas de la vida.

Que nuestra fe nos lleve a clamar y buscar en Jesús lo que necesitamos, porque, lo que necesitamos a cada día es ver de nuevo o ver lo que no vemos hasta ahora, porque, muchas veces, estamos ciegos.

Necesitamos de la luz para vivir y para ver la gracia de Dios, para ver la mano de Dios guiando nuestros pasos

Cree que, la peor cosa que puede ocurrir a una persona no es perder la visión de la luz del sol; el peor que puede ocurrir es quedar ciega a la gracia, es no ver la luz de Dios, la acción y la dirección de Dios.

Es sabernos responder a cada día por el cuestionamiento: “Lo que hacemos de nuestra vida a cada día”. Cuando nos encontramos perdidos en las situaciones de la vida, necesitamos de luz, y no es la luz del inmediato, no es la luz que responde nuestras ansiedades para el momento del ahora, pero es la luz para vivir y para ver la gracia de Dios, es la luz para ver la mano de Dios guiando nuestros pasos.

No podemos perder el referencia. Si por acaso estamos perdidos y, de hecho, no encontramos el sentido d ella vida, necesitamos hacer como ese ciego, gritar a cada día: “Hijo de David, ten piedad de mí”. Y movidos por la fe, ella va abrir nuestros ojos, la mano de Jesús va tocarnos para que, primero, podamos verlo.

Cuando vemos a Jesús, la mano de Él entra en nuestra vida. Es Él mismo quien nos dice: “Yo soy la Luz del mundo, quien me sigue no caminara en las tinieblas”

¡Dios te bendiga”

Pai das Misericórdias

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